martes, 25 de diciembre de 2012
Cambio climático - La Antártida Occidental registra un rápido calentamiento
"El aumento de las temperaturas es de 2,4 grados centígrados, desde 1958, lo que casi triplica la media del globo" Siga leyendo en El País
lunes, 12 de noviembre de 2012
Cumpleaños de Carl Sagan (2012)
"Hacer un post recordando el nacimiento de Carl Sagan todos los años es difícil. Qué puedo decir que no haya dicho con anterioridad o que otras personas más elocuentes que yo no hayan expresado..." Siga leyendo en De Legos a Logos
lunes, 22 de octubre de 2012
Adiós a Paul Kurtz, el padre del movimiento escéptico y del humanismo moderno
martes, 7 de agosto de 2012
Los Dogon y el misterio de Sirio - Parte II
Si no lo ha hecho todavía, lea Los Dogon y el misterio de Sirio - Parte I.
Explicaciones
Si se acepta que los Dogon efectivamente poseen extraordinarios y precisos conocimientos astronómicos que se encuentran muy por encima de sus capacidades tecnológicas, es obligatorio preguntarse de qué manera obtuvieron esa información. La respuesta de Robert Temple es ya conocida: de visitantes del espacio exterior provenientes de Sirio (ya hemos visto cuándo y cómo se produjo ese contacto en opinión de Temple). Algunos representantes del movimiento afrocentrista (como Adams, Van Sertina y Welsing) tienen, por su lado, propuestas no menos interesantes: o bien que la extremada agudeza de los ojos oscuros (!!!) de los pueblos de raza negra les permiten distinguir a Sirio B a simple vista, o que la melanina actúa de modo similar a un telescopio infrarrojo, o quizás a través de los egipcios, quienes, como nadie ignora, disponían de poderosos telescopios (!!!), y, además, por si fuera poco, eran de raza negra (ninguna de estas tres "hipótesis", por llamarlas de alguna forma, tiene el menor fundamento; el supuesto telescopio egipcio se basa en un también supuesto descubrimiento ruso de una supuesta lente perfectamente esférica, que aun en el caso – más que dudoso – de que existiera no podría servir para construir un telescopio útil de ninguna forma).
Una línea de argumentación mucho más sobria fue la ofrecida por, entre otros, Ian Ridpath y Carl Sagan en la polémica que surgió a raíz de la publicación de The Sirius Mystery. Sagan y Ridpath sugirieron que los conceptos astronómicos modernos incluidos dentro de la mitología Dogon podían haber sido asimilados por ésta sólo en una época muy reciente, posiblemente muy poco tiempo antes de que los mitos fueran registrados por Griaule y su equipo en los años treinta y cuarenta. En apoyo de esta hipótesis hicieron notar que para entonces todos los conocimientos astronómicos atribuidos a los Dogon (incluyendo unos cuantos errores obvios) estaban ya establecidos en la astronomía moderna desde hacía un tiempo más o menos largo. Por ejemplo, la compañera de Sirio era conocida desde 1862. Es claro que los Dogon no pudieron haber adquirido esa información sin haber estado en contacto con una civilización tecnológicamente avanzada; sin embargo, de acuerdo a la propuesta de Sagan y Ridpath, esa civilización muy probablemente fue terrestre más que extraterrestre. Los Dogon podrían haber recibido esos conocimientos de viajeros, exploradores, comerciantes o misioneros, integrándolos sin grandes conflictos en el marco de sus mitos tradicionales. También pueden haberlos recibido a través de las escuelas francesas locales, o quizás los oyeron en Europa aquellos miembros de la etnia que lucharon en el ejército francés durante la I Guerra Mundial.
Sagan comentó el problema con cierta extensión en su libro "El cerebro de Broca", en el capítulo "Enanas Blancas y hombrecillos verdes". Comienza afirmando que "no hay razón alguna para dudar de los relatos de Griaule" (de esto hablaremos después). Más adelante encontramos una cauta observación que suele ser muy citada por los devotos:
Otro detalle interesante es que no existe ningún registro de esa "extraordinaria sabiduría" astronómica anterior a los años treinta, o sea, antes de los trabajos de Griaule y su equipo. Ni siquiera una nota de alguno de los viajeros y exploradores occidentales que atravesaron la región desde fines del siglo XVIII. Esto resulta congruente con una inclusión muy reciente de datos astronómicos modernos dentro de una antigua cosmogonía. Adelantemos de paso otro hecho aún más sorprendente: de la misma manera que no existen registros previos a Griaule de que los Dogon tuvieran inexplicables conocimientos astronómicos, tampoco otros antropólogos que han trabajado sobre el terreno después de éste han confirmado esos hallazgos. Pero de eso hablaremos más extensamente dentro de poco.
Por otra parte, las alegadas afirmaciones de los Dogon respecto al sistema estelar de Sirio resultan chocantemente similares a las especulaciones de los astrónomos europeos de la década de los veinte, incluyendo varios errores que resultan hoy bastante obvios. Por ejemplo, los astrónomos de esa época sabían, debido a sus efectos gravitatorios y su escasa magnitud, que la compañera de Sirio era extremadamente pesada, con una densidad alrededor de 60.000 veces superior a la del agua. De hecho, fue la primera enana blanca descubierta; en los años veinte esto causó sensación, pues no se tenía noticia de ningún otro objeto similar. En el supuesto mito Dogon, esto se refleja en la descripción que realizan de Digitaria, al considerarla como la cosa más pesada del universo, compuesta del famoso "sagala". Pero se trata de un error: Sirio B simplemente no es la estrella más pesada del universo. Muchas otras estrellas enanas son tanto o más pesadas que Sirio B, por ejemplo, las estrellas de neutrones. Sólo que este dato no lo conocían los astrónomos de entonces, ni tampoco, de más está decirlo, los sacerdotes Dogon. Por lo visto, los conocimientos astronómicos de los "Nummos", a pesar de dominar el viaje interestelar, no estaban muy por delante de lo que ya sabían los astrónomos terrestres en las primeras décadas del siglo XX. Otro tanto puede decirse de la teórica segunda compañera de Sirio, Sirio C, tan generosamente identificada con Emme Ya (pero esto merece de por sí un comentario más detallado; véase más adelante).
Otros errores son bastantes más groseros, como la extraordinaria noticia de que Digitaria ocupaba en otra época la actual posición del Sol. Si descendemos de los espacios interestelares al mero sistema solar, el panorama es aún más desalentador: se trata de conocimientos superados no ya en la década de los veinte, sino en muchos casos en un siglo o más. Erróneamente se identifica a Saturno como el planeta más lejano del sistema solar, dejando de lado a Urano, descubierto en 1781 por Herschel, y a Neptuno, predicho por Leverrier en 1846 e identificado por Galle ese mismo año (por no hablar de Plutón). Este solo hecho de por sí ya hace dudar que la fuente original de los conocimientos Dogon sean unos sabios extraterrestres, pues éstos no habrían ignorado dos planetas tan considerables. De la misma manera, sólo se mencionan las cuatro lunas galileanas de Júpiter, cuando en realidad ese planeta tiene al menos 16 satélites. Algunas otras omisiones son también curiosas: se mencionan los anillos de Saturno, pero no se dice ni una palabra sobre los que circundan a los otros planetas mayores. Por ejemplo, los anillos de Urano fueron descubiertos en 1977. ¿Es esta observación demasiado detallista? En realidad, es muy cierto que los anillos de Saturno son considerablemente más conspicuos que los de sus compañeros, pero también es cierto que lo que se está juzgando aquí es la verosimilitud de un conocimiento revelado a los humanos nada menos que por una superraza extraterrestre tecnológicamente avanzada; con una fuente semejante, hay que ser exigentes y reclamar precisión en los detalles. Y resulta bastante contradictorio que el nivel de detalle que se nos ofrece, en lo concerniente al sistema solar, no rebase el nivel que tenía la astronomía moderna a mediados de siglo XVIII, o el que pudiera permitir un pequeño telescopio empacado en el equipaje de un explorador de finales del XIX o principios del XX.
Como ya se señaló antes, la posibilidad de que los Dogon hayan adquirido conocimientos astronómicos a partir de fuentes modernas ha sido calificada de inverosímil por los defensores a ultranza de la hipótesis extraterrestre (y también por los afrocentristas, que la rechazan por ser "eurocéntrica"). Las críticas han ido tanto en el sentido de juzgar improbable que un proceso así pueda ocurrir, en un lapso de tiempo limitado, como en el de reivindicar una gran antigüedad para las tradiciones que hablan de esos conocimientos. Respecto al primer punto (dejando aparte los ejemplos citados por Sagan y que se reseñaron antes), el mismo Robert Temple nos ofrece (inadvertidamente) lo que puede ser una muestra bastante obvia de asimilación de una creencia exógena por parte de la mitología Dogon. El personaje al que se refiere (a pesar de denominarlo "Nummo") es fácilmente reconocible:
Con respecto a la gran antigüedad de las tradiciones que hablan de Sirio y de su acompañante, también son necesarias algunas precisiones. Suele afirmarse que la antigüedad demostrada de la ceremonias Sigui es de 700 años (remontándose, por lo tanto, al siglo XIII d.C.). Una vez más, la fuente original de esta aseveración es el trabajo de Marcel Griaule. La prueba material que se ofrece en este punto son las máscaras empleadas por la sociedad Awa en esas ceremonias, que luego de cumplir con su función no son desechadas, sino guardadas en refugios protegidos. Antes de seguir adelante, quizás sea conveniente recordar que Griaule no disponía de un método fidedigno para datar las máscaras encontradas en esos refugios, pues el método del Carbono 14 no fue desarrollado por Willard Libby hasta 1947, y esta parte de su investigación fue realizada antes de 1938. En consecuencia, procedió a hacer una extrapolación, contando las máscaras que había en un refugio en particular (ocho, los restos de una novena, y tres montones de polvo que asumió que correspondían a tres máscaras adicionales), y estimando que se había elaborado una nueva máscara cada 60 años, hizo que la ceremonia Sigui se remontara hasta el siglo XIII. Sin embargo, en otros refugios solamente había tres o cuatro máscaras, lo que hace que la cuestión se vuelva algo confusa. Puestos a especular, por ejemplo, bastaría con que algunas máscaras hubieran sido trasladadas de un refugio a otro en algún momento del pasado, para que esta cronología se viniera abajo.
De cualquier manera, aquí es oportuno recalcar un punto que suele pasarse por alto en la discusión de la antigüedad del conocimiento de Sirio B: que las máscaras y la ceremonia Sigui se remonten o no a un pasado remoto no dice absolutamente nada en favor o en contra de que los Dogon conocieran a Sirio B desde tiempos inmemoriales, aun en el caso de que la ceremonia Sigui estuviera realmente relacionada con Sirio. Sirio A es de por sí un objeto astronómico atrayente; de hecho es la estrella más brillante del firmamento (con una magnitud de – 1,4). Llama la atención de cualquier observador del cielo aunque éste no esté enterado de que la circundan una o más compañeras invisibles. Los Dogon (como los antiguos egipcios) bien pudieron darle un papel central en sus mitos sin necesidad de estar enterados de la presencia de Sirio B, y celebrar en su honor la mencionada ceremonia.
Aún más, existen algunos detalles que inducen aún más dudas de que realmente la ceremonia Sigui tenga algo que ver con Sirio B. Para empezar, el supuesto nombre que dan los Dogon a la brillante Sirio A: Sigu tolo, queriendo significar "estrella del Sigui". La estrella del Sigui es, según esto, Sirio A, a pesar de la teórica preponderancia de la invisible Digitaria. En segundo lugar es bien llamativo que los Dogon hayan optado por celebrar cada sesenta años (aproximadamente) una ceremonia en honor a un cuerpo estelar que no pueden ver pero cuyo período orbital es de cincuenta años (también aproximadamente). Resultaría bastante más congruente que se celebrara cada 50 años.
Otra "prueba" material que siempre sale a relucir en este punto es un diagrama simbólico que los Dogon identifican como "el huevo del mundo". Según los divulgadores, se trata de un "preciso diagrama orbital", en el cual Sirio A se encontraría en uno de los focos de la elipse. Robert Temple ha llegado a afirmar al respecto que "la analogía es hasta tal punto sorprendente, que incluso el ojo más inexperto está en condiciones de constatar la identidad de las dos configuraciones, hasta en los más mínimos detalles". Suena en verdad impresionante, pero la impresión dura sólo hasta que se le echa un vistazo (así sea con ojo inexperto) al citado dibujo. Lo primero que se observa es que hay un exceso de cuerpos "estelares" dentro del "sistema": nada menos que nueve. ¿Por qué tantos? Sólo debería haber dos: Sigu tolo y Po tolo. Por lo pronto, Emme Ya ("el sol de las Mujeres") y su satélite no tendrían por qué aparecer, pues ya se nos ha advertido que recorren su trayectoria a una distancia de Sigu tolo mucho mayor que Digitaria. Cualquiera diría que el "preciso diagrama orbital" no es de ninguna forma tan preciso. Una segunda mirada descubre otra anomalía: en realidad se trata de un diagrama orbital muy raro, pues en la supuesta órbita no hay ningún cuerpo. La estrella que debería estar sobre la órbita (Po tolo) en realidad se encuentra dentro de ella. Por lo visto, lo realmente sorprendente no es la analogía (inexistente) entre el "huevo del mundo" y un diagrama orbital, sino que alguien pueda pretender que exista "identidad de las dos configuraciones, hasta en los más mínimos detalles". Otra vez, lo que se presenta como "prueba" de una afirmación extraordinaria cae muy por debajo de cualquier nivel de exigencia, en especial cuando nos han ofrecido primores de precisión que no aparecen por ninguna parte.
Arriba, a la izquierda: el "huevo del mundo", tal y como lo representan los Dogon. A la derecha: la interpretación moderna, que lo convierte en un "preciso diagrama orbital". Ninguno de los numerosos objetos que encierra el ovoide está sobre la pretendida "órbita"; dentro del "huevo" se encuentran también cuerpos que no tienen por qué estar allí, como Emme Ya (¿Sirio C?) y Nyân tolo, que según la supuesta tradición Dogon están a una distancia mucho mayor de Sirio A que Digitaria (Po tolo). |
¿Triple?
Resulta muy poco estimulante el hecho de que virtualmente todos los extraordinarios conocimientos cosmológicos que se le atribuyen a los Dogon ya estuvieran firmemente asentados dentro de la astronomía moderna desde antes de que los antropólogos franceses visitaran a ese pueblo. Por ejemplo, si dentro de esa supuesta "sabiduría tradicional" existieran referencias a algún hecho oscuro, sólo descubierto muy recientemente (como los anillos de Júpiter, que eran desconocidos antes de la exploración del Voyager 1), el "misterio" podría considerarse en verdad como casi insoluble desde una perspectiva mundana. Y según nos dicen los divulgadores del "misterio de Sirio", con Robert Temple a la cabeza, ésa es exactamente la situación. Un descubrimiento flamante habría venido a demostrar que los conocimientos astronómicos de los Dogon se habrían adelantado a la ciencia occidental. Concretamente, estamos hablando del "descubrimiento" de Sirio C. En la primera edición de su libro, Temple hizo esta significativa "profecía":
Lo cierto es que, confirmado o no, a los divulgadores el "descubrimiento" de Benest y Duvent les vino como anillo al dedo, y no han dejado de sacarle provecho desde el primer instante, presentándolo como una clamorosa confirmación de la conexión entre el pueblo Dogon y antiguos visitantes del espacio exterior. Y por supuesto, antes que nadie, el propio Robert Temple, quien aprovechó para lanzar la nueva edición de su libro. Curiosamente, el hecho de que la supuesta "Emme Ya" de los Dogon tenga pocas características comunes con la estrella enana de Benest y Duvent no parece molestarles. Por ejemplo, el supuesto período orbital de Emme Ya sería de 50 años, considerablemente mayor que los seis años que estiman Benest y Duvent para su enana roja. Por no hablar de que aun cuando esta estrella existiera, aún quedaría por demostrar que tiene a su alrededor un sistema planetario, y que en este sistema están dadas las condiciones para que se desarrolle la vida y una civilización tecnológica como las de los fantásticos "Nummos" de la leyenda (y esto en realidad luce como muy poco probable).
Quizás fuera conveniente preguntarse si no es una mera coincidencia afortunada que los Dogon hayan imaginado a Sirio como un sistema triple, aunque contra esto se podría argumentar que parece más factible que un conocimiento muy antiguo al respecto se haya ido desnaturalizando progresivamente al pasar oralmente de generación en generación.
De cualquier manera, pudiera parecer que la propuesta aparición en el escenario de Sirio C echa por tierra la posibilidad de que los Dogon adquirieran sus conocimientos astronómicos de una fuente terrestre y moderna. Pero nuevamente, no es así, por la sencilla razón de que la idea de que Sirio es un sistema triple no apareció por primera vez en 1995 con Benest y Duvent, sino mucho antes. En realidad, la idea de la probable triplicidad de Sirio tiene una historia singularmente larga. Tan temprano como en 1894 (sí, 1894) ya se observaron irregularidades en el movimiento de Sirio B, lo que llevó a sospechar la existencia de un tercer cuerpo estelar. Posteriormente, entre 1920 y 1930, aparecieron alrededor de veinte reportes de observadores que creyeron haber visto una pequeña estrella adicional en el sistema. El primero de esos reportes fue el de Phillip Fox en 1920, quien informó que la imagen de Sirio B parecía ser doble. Fox realizó esta observación utilizando el mismo telescopio refractor con el que Alvan Clark había descubierto a Sirio B en 1862. Otros informes similares fueron presentados posteriormente por Robert Thorburn Ayton Innes y por Willem H. van den Bos. Un poco más tarde, en 1933, Voronov, basándose en un análisis de la velocidad radial de Sirio A entre 1899 y 1926, postuló la hipótesis de la duplicidad de Sirio A, estimando un período orbital de 4,5 años para la acompañante. El interés por el teórico tercer componente de Sirio no decayó drásticamente sino en 1973, cuando un detallado estudio de Irving W. Lindenblad (el mismo astrónomo que fotografió por primera vez a Sirio B) realizado a lo largo de casi siete años, no logró encontrar ningún dato que apoyara su existencia.
La cuestión aquí es que de nuevo nos encontramos con que uno de esos extraordinarios conocimientos que Griaule le atribuye a los Dogon ya había sido previamente discutido por los astrónomos de los años veinte. Que los supuestos avistamientos de Sirio C en la década de los veinte fueran reales o no (y muy probablemente no lo eran) no tiene aquí mayor relevancia: lo importante es que esa información, errada o no, existía y circulaba antes de que Griaule partiera con sus expediciones al África y bastante antes de que los sacerdotes Dogon accedieran a "iniciarlo" en sus más profundos secretos (¡en 1946!). Si algún viajero occidental interesado por la astronomía, digamos que en la década de los veinte o treinta, llevó a los Dogon la información maravillosa acerca de Sirio B, pudo también llevarles la de la supuesta Sirio C. En este sentido, y en contra de lo que pretenden los divulgadores, una eventual confirmación de la existencia de Sirio C no demostraría en absoluto que los Dogon hubieran recibido de la antigüedad informaciones impartidas por visitantes extraterrestres. Por el contrario, si a la larga Sirio C no existiera, esto estaría a favor de que lo que recibieron los Dogon fueron informaciones contemporáneas y erradas de algún visitante mucho más terrenal.
Más explicaciones
Hasta este momento hemos analizado la extraordinaria afirmación de que los mitos del pueblo Dogon contienen una inusual información astronómica cuya fuente original es la visita de seres alienígenas procedentes de Sirio en un pasado remoto, y hemos observado que esta hipótesis tiene puntos débiles en su argumentación, además de existir al menos una alternativa verosímil bien fundamentada. Sin embargo, no se ha puesto en tela de juicio la existencia misma de esa información dentro la sugerente cosmogonía Dogon. Ahora avanzaremos un paso más.
Recapitulemos: la fuente original (¡y única!) empleada por Robert Temple, Eric Guerrier y demás divulgadores del "misterio de Sirio" es el trabajo de Marcel Griaule y su equipo, realizado en las décadas de los treinta y cuarenta. Pero Griaule sólo se refiere a los conocimientos astronómicos de los Dogon en su artículo Un Système Soudanais de Sirius, publicado en 1950, y en Le Renard Pâle, que publicó Germaine Dieterlen en 1965, cuando ya Griaule había fallecido. En el resto de sus obras, incluyendo la fundamental Dieu d’eau, lo ignoran.
Por lo pronto, retengamos el dato de que la investigación original de Griaule es la única fuente que nos refiere que los Dogon poseen un conocimiento secreto e inusual sobre Sirio. Aquí cabe preguntarse ¿podemos confiar de forma absoluta en esa fuente?
Antes que nada, recordemos que Marcel Griaule fue un antropólogo eminente y respetado, no un traficante de misterios al estilo de von Daeniken o Zecharia Sitchin (o del mismo Robert Temple, a pesar de sus credenciales académicas). Ya antes vimos su pudorosa reticencia a especular sobre el posible origen del supuesto mito Dogon sobre Sirio (nada de atlantes ni de alienígenas procedentes del espacio exterior). Pero eso no implica que sus hallazgos y métodos no puedan ser sometidos a revisión y cuestionamiento.
De hecho, la metodología de Griaule ha sido sometida a críticas desde hace años. Empezando por su declarada intención de "redimir el pensamiento africano", que lo puede haber llevado a importantes sesgos de observador. Se le ha criticado su método de obtener información a partir de un único informante a través de un intérprete, así como la ausencia total de textos en idioma Dogon. Lo que esto implica es claro: no oímos lo que los Dogon saben o ignoran acerca de Sirio, sino a Griaule (y a Dieterlen) interpretándolos.
En 1991 el antropólogo belga Walter E.A. van Beek, de Utrech, tras estudiar a los Dogon a lo largo de once años (desde 1979 hasta 1990) publicó en Current Anthropology un artículo titulado Dogon Restudies. A Field Evaluation of the Work of Marcel Griaule. En ese artículo, Van Beek hace notar, en primer lugar, el hecho (realmente sorprendente) de que los datos originales de Griaule y Dieterlen son únicos; ningún otro antropólogo, trabajando sobre el mismo terreno, ha logrado reproducirlos. En otras palabras, no ha existido ninguna verificación independiente de sus afirmaciones. También señala que durante sus años de investigación con los Dogon, tampoco él pudo encontrar el más mínimo rastro del detallado saber sobre Sirio que Griaule les atribuye.
La intención inicial de van Beek era encontrar evidencia de las aseveraciones de Griaule; pero finalmente tuvo que aceptar que existían graves problemas al respecto. Van Beek halló a los informantes de Griaule, incluyendo a su intérprete–compilador, Ambara, al que ya hemos mencionado con anterioridad (Innekouzou, el sacerdote responsable del "saber sobre Sirio" había fallecido en 1951). Descubrió que "ningún Dogon fuera del círculo de los informantes de Griaule había oído jamás de Sigu tolo o Po tolo... Aún más importante, nadie, aun dentro del círculo de los informantes de Griaule había oído o entendido que Sirio fuera una estrella doble". Asimismo, encontró que aun cuando esos informantes supieran de Sigu tolo, no eran capaces de ponerse de acuerdo respecto a cuál estrella se refería ese término: "para algunos, es una estrella invisible cuyo ascenso anuncia la fiesta Sigui, para otro es Venus que en una posición determinada aparece como Sigu tolo. Todos concuerdan, sin embargo en que ellos aprendieron acerca de la estrella de Griaule".
Por supuesto, los Dogon conocen a Sirio (es la estrella más brillante del cielo), pero según van Beek no le dan el nombre de Sigu tolo, sino el de Dana tolo. Aún más, puntualiza que (contra lo informado por Griaule) "el conocimiento de las estrellas no es importante [para los Dogon] ni en la vida diaria ni en sus rituales", resultando para ellos mucho más cruciales otros fenómenos celestes, como la posición del sol y las fases lunares.
Griaule obtenía sus datos en largas sesiones con un informante principal; el intérprete–compilador de estas sesiones (respecto al "saber de Sirio") era Ambara. Es muy probable que en este proceso Griaule reinterpretara las informaciones de su traductor de acuerdo a sus propios conocimientos (a Griaule le interesaba la astronomía y la había estudiado en una época; sin duda conocía la polémica sobre la naturaleza de Sirio B, y es muy probable que estuviera al tanto de los avistamientos no confirmados de Sirio C en la década de los 20, todo ello ocurrido antes de que iniciara sus investigaciones en África). Van Beek hace notar que la cultura Dogon le da una gran importancia al consenso y a evitar las contradicciones. Al enfrentarse a alguien tan respetado y apreciado como Griaule, habrían preferido aceptar sus análisis erróneos como propios. En este escenario, la información sobre Sirio B habría partido del mismo Griaule, quien quizás puede haber malinterpretado alguna referencia relativa a una estrella visible y poco conspicua cercana a Sirio como el reconocimiento de su compañero invisible. A este respecto, van Beek hace dos observaciones más:
a) En su experiencia de once años con los Dogon, observó que éstos tienden a darle nuevos nombres a objetos de todas clases (incluyendo las estrellas) sólo con el fin de satisfacer la curiosidad de los investigadores.
b) Griaule tenía la tendencia a querer controlar las situaciones, en tanto que los Dogon procuran, siempre que pueden, evitar desacuerdos con los hombres blancos. En especial con Griaule, quien les había impresionado como un personaje muy importante. Si éste les hubiera hecho una pregunta dirigida sobre si conocían a la compañera invisible de Sirio, muy probablemente hubiera obtenido una respuesta afirmativa, aun cuando realmente no supieran nada al respecto.
Van Beek cita un ejemplo específico de esta tendencia de los Dogon al consenso: una de sus narraciones explica la diferencia entre ellos y los blancos mediante una historia tomada del Génesis (la de la ebriedad de Noé). Sólo que la reivindican como propia y rechazan que se trate de una historia tomada de los blancos, y en esto coinciden tanto aquellos Dogon que aún mantienen sus creencias tradicionales como aquellos que son cristianos.Una contraexplicación a los hallazgos de van Beek es que el saber sobre Sirio es realmente muy secreto y conocido sólo por unos pocos. A esto puntualiza: " ni los mitos ni los cantos [de los Dogon] – a pesar de ser sagrados – son secretos. De hecho, el «tem» [conocimiento colectivo] es conocimiento público". Aún más: "La cuestión es, entonces, qué tan secretos pueden ser los secretos y aun así permanecer como parte de una cultura. El significado compartido es un aspecto crucial en cualquier definición de cultura, mientras que un secreto compartido por unos pocos es por definición marginal... Así, si los secretos revelados a Griaule son parte de la cultura Dogon, uno debe ser capaz de volver a conseguir su rastro".
Si los hallazgos de Griaule son únicos, no se puede decir lo mismo de los de van Beek; otros antropólogos, como Jacky Boujou, con 10 años de experiencia entre los Dogon, y Paul Lane, trabajando también sobre el terreno, han coincidido con sus conclusiones. Naturalmente, Dieterlen (que falleció en 1999) y la hija de Griaule, Genevieve Griaule–Calame defendieron la obra de éste; esta última llegó a calificar la crítica de van Beek de "especulación desenfrenada".
Otros críticos han encontrado más fallas en los "descubrimientos" de Griaule. Como Peter James y Nick Thorpe, en su libro Ancient Mysteries (1999). Éstos se refieren fundamentalmente a los argumentos de van Beek, pero también encuentran lugar para aportes propios. Por ejemplo, hacen notar serias divergencias entre la interpretación que hace Griaule y lo que él mismo reporta que le informaron los Dogon. Así, la interpretación de Griaule asume que Po tolo es Sirio B, en tanto que la información original es muy diferente: "Cuando Digitaria (Po tolo) está cerca de Sirio, esta última se hace más brillante; cuando está más lejos de Sirio, Digitaria emite una luz parpadeante, sugiriendo varias estrella al observador". Difícilmente se puede decir que esto sugiera una acompañante invisible de Sirio. James y Thorpe también consideran sospechoso el antiguo interés de Griaule por la astronomía, y sugieren que reinterpretó las respuestas de sus informantes de acuerdo a sus propios conocimientos y a lo que deseaba oír.
Conclusión
Podemos resumir el estado actual de la que es considerada por muchos como la evidencia más sólida de la visita de seres del espacio exterior a la Tierra en un pasado remoto en los siguientes puntos:
Por lo visto, la evidencia no es tan sólida como parece, o como se nos quiere hacer creer. A pesar de que incluso la Encyclopædia Britannica Online haya incurrido en la demagogia y el absurdo de aceptar que la ceremonia Sigui descansa en "la creencia de que hace 3.000 años anfibios procedentes de Sirio visitaron a los Dogon". Para concluir, y sólo como dato curioso: Robert Temple no repara en el trabajo de van Beek en la reedición de su libro The Sirius Mystery. Esta "extraña" omisión no puede menos que resultar llamativa en un erudito de su talla. Una lástima sin duda, pues hubiera podido exponer los indudables vínculos del antropólogo belga con la KGB, la CIA y la NASA, en su intento coordinado por suprimir su hipótesis. La cronología se lo permitía (Dogon Restudies es de 1991, y la reedición de The Sirius Mystery de 1998), pero muy probablemente debe de haber sentido que esa clase de referencias hubiera echado a perder una buena fábula.
- Ninguno de los "extraordinarios" conocimientos astronómicos que le legaron esos visitantes alienígenas al pueblo Dogon era desconocido para la astronomía moderna antes de que sus mitos fueran registrados en los años treinta y cuarenta. En esto se incluyen varios errores obvios, muy poco probables viniendo de una civilización tecnológicamente avanzada.
- No existe ningún registro previo a los años treinta y cuarenta de ese extraordinario saber astronómico.
- La evidencia material respecto a ese extraordinario saber es ambigua y sujeta a interpretaciones arbitrarias, como el famoso "huevo del mundo", transformado en un "diagrama orbital".
- Existen explicaciones alternativas verosímiles, como la de Carl Sagan, basada en procesos de asimilación cultural que ya han sido observados entre otras culturas.
- Más importante todavía: toda la leyenda del saber secreto sobre Sirio del pueblo Dogon se basa en una única fuente (Griaule), y las aseveraciones de esa única fuente no han podido ser confirmadas por otros investigadores trabajando sobre el terreno. Dicho de otra forma, no ha existido una verificación independiente de los datos.
- Los datos y los métodos empleados por la fuente original han sido cuestionados y criticados.
- Y no es sólo cuestión de que los datos originales no hayan sido verificados independientemente: la investigación de Walter van Beek aporta evidencias en contra de que alguna vez haya existido entre el pueblo Dogon un inusual, y detallado y preciso conocimiento astronómico, fuera de las posibilidades reales de una sociedad pretecnológica.
Como colofón puede leer el APÉNDICE, que contiene un fragmento de uno de los mitos Dogon de la creación.
El artículo anterior fue escrito por Javier Garrido B., y publicado en su página Paraciencias al día. Agradecemos a su autor el permiso concedido para ser publicado de nuevo en esta página.
Fuentes:
Información general sobre los Dogon y su cultura:
Sobre Marcel Griaule:
Acerca del descubrimiento de Sirio B:
Información crítica:
Etcétera:
Los Dogon y el misterio de Sirio - Parte I
Introducción
Una etnia relativamente
primitiva del África occidental parece poseer dentro de su sabiduría
tradicional conocimientos astronómicos muy precisos sobre el sistema
estelar de Sirio, que sólo son factibles de obtener utilizando refinados
recursos tecnológicos. Nos referimos, por supuesto, a los
Dogon.
Los mitos de este
pueblo contendrían referencias claras a la invisible acompañante de Sirio,
una enana blanca que fue predicha por la ciencia en 1844 y descubierta en
1862. Aún más, la describirían con detalles tan exactos como
sorprendentes, considerándola como muy pequeña y formada por el metal más
pesado del mundo, y con un período orbital de 50 años, virtualmente
idéntico al calculado por la astronomía occidental.
A primera vista, esto parece imposible. Un
conocimiento de esa clase sólo lo pueden haber recibido los Dogon de una
civilización científicamente avanzada. ¿Extraterrestre? ¿Atlante? ¿O
quizás simplemente de la civilización tecnológica geográficamente más
cercana a ellos, la Occidental?
Sobre el supuesto mito Dogon se ha creado segundo mito, adventicio y moderno, que se inició cuando Robert Temple publicó en 1975 su famoso libro "The Sirius Mystery". Este "mito sobre el mito" involucra la visita de seres extraterrestres a la Tierra en un pasado remoto. El siguiente artículo revisa diversos aspectos del tema. Dado que es bastante extenso, lo he dividido en dos partes por razones de comodidad. La parte I resume los aspectos más notables y divulgados del misterio, repasa diversos aspectos de la cultura Dogon, así como también la génesis del mito moderno y sus fuentes. La parte II está dedicada a las diferentes explicaciones que se le han dado al problema, incluyendo una sección referente al descubrimiento de Sirio C. También incluyo aquí las referencias que he utilizado. En el apéndice se reproduce un fragmento de uno de los mitos Dogon de la creación.
En fin, adelante.
The climax of Dogon religious life occurs every 60 years, in a ceremony called the sigui. It occurs when the star Sirius appears between two mountain peaks. Before the ceremony, young men go into seclusion for three months, during which they talk in secret language. The general ceremony rests on the belief that some 3,000 years ago amphibious beings from Sirius visited the Dogon.
(Del artículo "Dogon" de la ENCYCLOPÆDIA BRITANNICA ONLINE)
El mito
Un pequeño y remoto pueblo del Sahel, en el África Occidental, puede ser la prueba más consistente de que la Tierra fue visitada en una época remota por seres del espacio exterior.
Se trata de los Dogon, tribu que habita en la actual República de Malí. Los Dogon son poseedores de una mitología tan rica como compleja; sus leyendas contienen conocimientos astronómicos que de ninguna forma pudieron haber obtenido por sí mismos, ni de un eventual contacto con visitantes terrestres. Esto le plantea a la ciencia un enigma que es incapaz de explicar, y que escapa por completo a las soluciones convencionales.
La sabiduría secreta de este pueblo contiene datos precisos y detallados sobre el sistema solar, que en muchos casos sólo han entrado a formar parte del acervo de la astronomía moderna muy recientemente: describen a la Luna como "seca y estéril", saben que el planeta Júpiter (al que llaman "Dana tolo") tiene cuatro grandes satélites, conocen los anillos de Saturno, y que los planetas describen órbitas elípticas alrededor del Sol. Esta noción de que los cuerpos celestes siguen órbitas elípticas alrededor de un astro principal que se ubica en uno de los focos sólo fue aceptada por la astronomía occidental a partir de Kepler, en el siglo XVII. Además, describen a la Vía Láctea como una galaxia espiral formada por millones de estrellas.
Sin embargo, los conceptos fundamentales de los mitos Dogon no se refieren al sistema solar, sino que giran en torno a Sirio, estrella de primera magnitud situada en la constelación del Can Mayor, a la que conocen como "Sigu tolo", la "estrella del Sigui" ("tolo" significa "estrella"). Aún más, la brillantísima Sirio es menos importante en la cosmogonía Dogon que su invisible acompañante, Sirio B, una enana blanca que no fue descubierta por la astronomía occidental sino hasta 1862. Los Dogon conocen a Sirio B como "Po tolo", que se traduciría como "estrella Digitaria"; "po" es el grano de la Digitaria exilis, gramínea conocida popularmente como fonio o acha. El grano de la Digitaria exilis es el más pequeño que conocen los Dogon, y, por extensión, la más pequeña de las cosas.
La magnitud de Sirio B ("Po tolo") es de 8,7, por lo que resulta absolutamente invisible a ojo desnudo; aún más, la separación máxima de Sirio A y B es de apenas 11 minutos de arco (y un observador con visión perfecta apenas puede separar dos puntos luminosos separados por 42 segundos de arco). Para la primera visualización moderna de Sirio B, realizada en 1862 por Alvan Clark, se requirió emplear el mayor telescopio existente para la época. De acuerdo al mito Dogon, esta "estrella Digitaria" o Po tolo tarda 50 años en recorrer su órbita alrededor de Sigu tolo. El cálculo de los astrónomos es, sorprendentemente, de 50,04 años; el error de la estimación de los Dogon respecto a los datos logrados con los más refinados recursos tecnológicos es inferior al 0,08 %. El mito también proporciona otros detalles inquietantes acerca de Po tolo: la describe como blanca y compuesta de "sagala", un metal muy denso y extremadamente pesado, el más pesado del universo. Ésta es una descripción singularmente adecuada para una enana blanca. Además, afirman que Po tolo rota sobre su eje en un periodo de un año, lo que probablemente es una apreciación correcta. Según los Dogon, Sirio B o Po tolo es la primera estrella creada por Amma y el eje del Universo. Consideran que el Sol y Sirio son dos estrellas gemelas, con un origen común.
Aún hay más: los Dogon conocen también otros componentes del sistema. Describen otra estrella a la que denominan "Emme Ya" ("el sol de las Mujeres" o "Sorgo hembra"), mucho mayor que Digitaria, pero cuatro veces más liviana, que recorrería su órbita alrededor de Sigu tolo (Sirio A) también en cincuenta años, pero a una distancia mayor. Alrededor de Emme Ya ubican un satélite que le sirve de guía, al que denominan "Nyân tolo", "la estrella de las Mujeres". La astronomía moderna no descubrió que Sirio es un sistema triple sino hasta 1995. Otro miembro adicional del sistema es la llamada "estrella del zapatero", muy alejada de las otras tres y que se desplaza en dirección contraria alrededor de Sigui.
Los Dogon representan el sistema de Sirio en una figura que denominan "el huevo del mundo", un preciso diagrama orbital en el que Sirio A ocupa uno de los focos de la elipse.
Cada sesenta años los Dogon celebran una ceremonia de renovación del mundo, llamada "Sigui", asociada a la invisible Sirio B o Po tolo. En esta ceremonia se emplean unas elaboradas máscaras con forma de cabeza de pájaro, llamadas "kanaga", confeccionadas especialmente para esa ocasión, que posteriormente son cuidadosamente guardadas en refugios protegidos. Las máscaras conservadas son una prueba física de que las ceremonias "Sigui" y los asombrosos conocimientos de los Dogon acerca del sistema estelar de Sirio se remontan al menos a 700 años, hasta el año 1300 d.C.
La leyenda Dogon afirma que la fuente primigenia de este insólito saber astronómico fueron los "Nummos", seres que llegaron a la Tierra procedentes del satélite de Emme Ya, aproximadamente hacia el año 3000 a.C. Significativamente, el término "nummo" en la lengua Dogon se relaciona con el agua; también suelen referirse a ellos como "Maestros del Agua" e "Instructores". Los describen como seres anfibios, con más forma de pez que de hombres; localizan su recalada en algún punto ubicado al nordeste del territorio en el que actualmente se asientan.Esto establece inquietantes paralelismos con la leyenda sumeria de los Oannes, recogida por el historiador babilónico Beroso. Según el mito sumerio, los Oannes "tenían forma de pez mezclada con la de hombre", y surgieron del Mar Rojo.
¿Cómo es posible que una remota y primitiva tribu africana pueda poseer desde la más inmemorial antigüedad unos conocimientos astronómicos que la ciencia occidental sólo ha logrado obtener con el uso de técnicas muy sofisticadas y de instrumentos avanzados y precisos? Planteado así el problema, por supuesto, parece que la única solución es que los Dogon "recibieron" sus conocimientos de alguna civilización tecnológicamente avanzada. ¿Procedente de Sirio? Quizás, aunque antes de llegar a una conclusión quizás sea conveniente conocer algunos otros datos. Como veremos más adelante.
Algo acerca de los Dogon (sin delirios)
Los Dogon son uno de los numerosos grupos étnicos que habitan en la altiplanicie central de Malí y en Burkina Faso (el antiguo Alto Volta). Su territorio se encuentra ubicado en el Sahel, la zona semiárida de transición entre el Sahara al norte y las áreas tropicales húmedas del sur. Se trata de una comarca de sabanas herbáceas y arbustos dispersos, en la que la lluvia y la tierra arable son escasas.
Los datos acerca de su población son inseguros, siendo estimada por diversas fuentes entre los 100.000 y los 500.000 individuos, la mayoría de los cuales viven en las colinas rocosas, las mesetas y las montañas de los distritos de Bandiagara y Douentza, en Malí. En el primero de estos distritos, el grueso de la población se concentra en una franja de unos 140 kilómetros de largo, correspondiente a los llamados riscos de Bandiagara. Se denominan a sí mismos "Dogon" o "Dogom" (singular "Dogo"), pero en las fuentes antiguas suelen ser mencionados como "Habe", palabra Fulbe que significa "extranjero" o "pagano".
La correcta clasificación de su idioma es sujeto aún de dudas y controversias, siendo habitualmente clasificado dentro del Voltaico.
La historia temprana de los Dogon se conoce a través de sus tradiciones orales: se supone que su lugar de origen se encuentra en la orilla oeste del Níger, entre los siglos X y XIII. De acuerdo a la leyenda, los antepasados de los Dogon fueron cuatro hermanos de origen sobrenatural, llamados Dyon, Arou, Domno y Ono, que "debido a una disputa en su patria Mande [...] decidieron dejar Mande y encontrar una nueva tierra donde ellos y sus descendientes pudieran vivir en paz". Hasta el día de hoy los habitantes de las diferentes regiones suelen declarar su parentesco con alguno de estos ancestros míticos. Inicialmente emigraron al norte y oeste de Burkina Faso, donde las historias locales los describen como los "Kibsi"; se cree que alrededor de 1490 huyeron de este territorio al ser invadida por la caballería de los Mossi, refugiándose en los riscos de Bandiagara. Allí sustituyeron a una población anterior, los Tellem, de la que se conocen pocos datos.
Son un pueblo esencialmente agrícola. Menos de la mitad de los Dogon son musulmanes, y menos aún son cristianos; muchos practican todavía su religión tradicional. Las villas Dogon suelen agruparse en grupos de cuatro o cinco en las proximidades de las fuentes de agua; cada una de estas agrupaciones forma un cantón o región, que constituye una unidad geográfica, lingüística y étnica. Cada región tiene un dialecto diferente (y a veces, considerablemente diferente) de las restantes. Los habitantes de una determinada región proclaman su parentesco con un antecesor común. La organización de las villas se basa en el parentesco de sus miembros, dentro de un marco de linajes patrilineales exógamos (denominados "Ginna"). El varón de más edad descendiente de un ancestro común dentro del linaje local de una villa ejerce como cabeza del mismo y es conocido como "Ginna bana". El Ginna bana conduce las ceremonias religiosas y preside el concilio de ancianos que lleva el gobierno de cada villa. El varón más viejo descendiente directo del fundador es el "Hogon", y ejerce como jefe del cantón, y a la vez de líder espiritual del culto "Lebe"; se le considera "el más puro de los hombres puros" y su campo es sagrado.
Un rasgo distintivo del sistema social de los Dogon es la existencia de diversas castas ocupacionales, entre las que se incluyen las de los trabajadores en hierro, en cuero y en madera; también figuran entre éstas los "griots", que cumplen funciones de historiadores orales, genealogistas, poetas, músicos y hechiceros. Los miembros de estas castas viven separados de los agricultores, fuera de las villas, o en villas propias. Cada una de estas castas es endógama, y sus miembros no participan en los cultos religiosos comunes.
La sociedad Awa es una sociedad secreta de hombres que controla el celebre culto de las máscaras y prepara la ceremonia Sigui (el "Culto de la Gran Máscara"). El Awa se caracteriza por rigurosas normas de etiqueta, obligaciones, interdictos, y un lenguaje secreto (el "lenguaje de la maleza" o "Sigui so"); las mujeres y los niños están estrictamente excluidos. La sociedad Awa se divide de acuerdo a grados de edad, ignorando los linajes tradicionales y el puesto jerárquico dentro de las villas. Los varones son iniciados en esta sociedad en la adolescencia, pero sólo algunos muy seleccionados son instruidos en todos los secretos del culto, con la responsabilidad de por vida de preservar la tradición de las máscaras. Éstos reciben su iniciación en la ceremonia Sigui, que se celebra sólo una vez cada sesenta años. El líder de la sociedad Awa, es el "Olubaru", el "maestro del lenguaje de la maleza", y líder de los "hombres impuros". Los Dogon dividen su comunidad en dos categorías opuestas, llamadas innenomo ("hombre que vive", traducido como hombre puro) e innepuru ("hombre impuro", o también "hombre muerto"). Los papeles de puro y de impuro se definen en términos de responsabilidades rituales, prohibiciones y derechos a asumir ciertas funciones; conforman una oposición ritual ajena la jerarquía del linaje, de la edad, y del lugar. El status de "puro" o "impuro" se establece en el momento del nacimiento, heredado de algún antepasado recientemente fallecido. Los impuros realizan los rituales asociados a muerte, tal como la preparación y entierro del cadáver y el sacrificio y consumo de animales sagrados. Los hombres impuros tienen prohibido el contacto con el campo sagrado del Hogon. El estado impuro es un requisito para ejercer como Olubaru. Los hombres puros tienen prohibidas las actividades rituales asociadas a muerte.
El Olubaru y la sociedad Awa asumen el control de la comunidad durante
sus períodos ceremoniales, en tanto que el Hogon es el jefe durante el
resto del año y se hace cargo de las responsabilidades sagradas en la
época de los ritos agrícolas.
La transmisión del cargo de
Olubaru tiene lugar fuera de la villa, y el derecho a asumirlo está
completamente separado de la jerarquía habitual de la misma.
La fabricación y uso de las máscaras no es en modo alguno exclusivo de la ceremonia Sigui; también se emplean en el festival de la siembra, en las ceremonias funerarias, y en las ceremonias "Dama" (conclusión de un período de luto).
Los Dogon poseen cuatro cultos principales: el culto "Wagem" (relacionado con los ancestros) encabezado por el Ginna bana, el culto Lebe encabezado por el Hogon (asociado con el ciclo agrícola), el culto "Binu" (totémico), dirigido por el "Binukedine", y el culto de la sociedad Awa, encabezado por el Olubaru. Estos cuatro cultos se encuentran integrados en un solo sistema religioso. Los cuatro líderes de los cultos son asimilados a los cuatro hermanos sobrenaturales, y a su vez, a las cuatro direcciones de la cosmogonía Dogon. Este sistema religioso puede ser entendido en términos de oposición entre el Ginna bana y el Olubaru por un lado, ambos "impuros", y el Hogon y el Binukedine por el otro, ambos "puros". Esta oposición se halla enraizada en la mitología y en la forma de ver el mundo de este pueblo. La tierra no arable, la maleza, es percibida como desordenada e impura, morada de fuerzas sobrenaturales, mientras que las villas y las tierras cultivadas son consideradas ordenadas y puras. El Hogon, líder del culto Lebe y de los hombres puros cultiva un campo sagrado y puro; la maleza es el dominio del "zorro pálido" (el Chacal dorado) el primer hijo del creador Amma, y corruptor de su creación.
Una cosmogonía Dogon
La cosmogonía Dogon no es menos compleja e imaginativa que su organización social. Según una de sus versiones (existen varias, que difieren en muchos detalles), Amma, el dios creador, hizo las estrellas arrojando pelotillas de barro al espacio, y el Sol y la Luna como obras de alfarería. A continuación creó la Tierra comprimiendo en su mano una pella de arcilla, y luego arrojándola al igual que las estrellas; la pella se extendió formando un cuerpo femenino, en el que un termitero formó el clítoris y un hormiguero la vagina. La primera ruptura en el orden del mundo acaeció cuando Amma quiso copular con la Tierra, pero el termitero (el clítoris, que representa la masculinidad), se lo impidió, y Amma procedió entonces a cercenarlo. A consecuencia del impedimento inicial este acto sexual resultó defectuoso, y de él nació una sola criatura, el Chacal dorado, que es símbolo de las dificultades de dios.
En una segunda cópula, el agua, que es considerada el germen divino, penetró en la matriz de la Tierra, pues la excisión del clítoris había removido la causa del desorden originario. De esta concepción perfecta nacieron los gemelos divinos llamados "Nummo", productos homogéneos de dios y de su misma esencia. Si bien Nummo se refiere a una pareja de gemelos, los Dogon acostumbran a usar la forma singular para referirse a ellos. A continuación, el Nummo subió al cielo para recibir las instrucciones de su padre. Desde allí vio a su madre, desnuda y sin habla; para poner fin a este estado de caos descendió de nuevo a la Tierra, y con fibras de plantas de las regiones divinas cubrió su desnudez. Esto dotó a la Tierra del primer lenguaje del mundo.
Aquí interviene el Chacal, "el hijo engañoso de dios", quien introduce de nuevo el desorden en la creación al cometer incesto con su madre. De este modo, el Chacal usurpó el lenguaje divino y produjo el flujo menstrual, que manchó las fibras divinas. Por esta impureza Amma rechazó a su esposa y decidió a crear seres vivos directamente, modelándolos en arcilla húmeda. Surgió así la primera pareja humana; cada uno de sus miembros fue dotado por el Nummo de dos almas, una masculina y otra femenina. Sin embargo, el Nummo no tardó en comprender las desventajas de poseer dos almas, y procedió a circuncidar al hombre para eliminar su parte femenina. El hombre copuló entonces con la mujer, engendrando los primeros dos niños de una serie de ocho, que fueron los antepasados del pueblo Dogon. La naturaleza de estos ocho antepasados era dual y bisexual, y desconocían la muerte. Se reprodujeron y eventualmente, tras diversas vicisitudes, fueron llevados al cielo por el Nummo, tras ser perfeccionados por el agua y la palabra. En el cielo, se transformaron a su vez en Nummo.
Sin embargo, ocurrió entonces una nueva ruptura, al no resignarse los recién llegados a acatar las reglas del Nummo original. El primero y segundo antepasado decidieron abandonar el cielo, "donde se sentían extranjeros", siendo seguidos por los otros seis. Una vez de regreso en la tierra procedieron a la ordenación de la naturaleza y de la sociedad humana, introduciendo en el mundo la agricultura, el trabajo en metal y el arte del tejido.
En esta mitología el Chacal es una criatura desnaturalizada, que quebranta el orden social; es un símbolo de la "unicidad", del varón sin complemento femenino. Para los Dogon, el caos es el resultando del desequilibrio entre cualidades masculinas y femeninas. En cambio, el equilibrio de los sexos que lleva al funcionamiento apropiado del cosmos queda ilustrado en las historias de los Nummo, seres andróginos. En el mito, los Nummo son héroes culturales que introducen en el mundo humano artes y conocimientos útiles y que restituyen el orden perdido, y a la vez también representan el poder vitalizador del agua, que permite la agricultura y la organización social en un entorno hostil.
El origen de un mito moderno
Si bien el "saber oculto" de los Dogon sobre Sirio y el sistema solar era conocido por los antropólogos desde finales de los años cuarenta, no fue sino hasta 1975 cuando fue objeto de una amplia divulgación y de un virtual secuestro por parte de los incondicionales de la hipótesis de los "antiguos astronautas".
Ese año vieron la luz, de forma independiente, dos hipótesis que conectaban los conocimientos astronómicos de los Dogon con presuntos viajeros espaciales que habrían visitado la Tierra en un pasado remoto.
Los padres de las mismas fueron el arquitecto francés Eric Guerrier y el orientalista norteamericano (asentado en Inglaterra) Robert K. G. Temple (quien es definido en una entrevista reciente como "a highly respected classical scholar and Fellow of the Royal Astronomical Society"). Guerrier dejó registradas sus elucubraciones en un libro titulado Essai sur la cosmogonie des Dogon: L'arche du Nommo (París, 1975), en tanto que el mucho más afortunado Robert Temple proclamó las suyas en The Sirius Mystery (Londres, 1975). Pero mientras Eric Guerrier está hoy virtualmente olvidado (las mil y una páginas de Internet sobre el misterio de Sirio lo ignoran de forma casi unánime), no ha ocurrido otro tanto con Temple, quien en 1998 publicó una nueva versión de su obra, revisada y ampliada, actualizada con nada menos que "140 páginas de nueva evidencia científica que le da solidez a una hipótesis que la KGB, la CIA y la NASA intentaron suprimir" (!!!).
En líneas generales, Guerrier y Temple coinciden en postular que el saber secreto de los Dogon procede de una tradición oculta milenaria, rastreable en última instancia hasta las antiguas civilizaciones de Egipto y Sumer. Los sumerios, en particular, habrían sido los beneficiarios originales de ese conocimiento misterioso, recibido directamente de seres extraterrestres procedentes de un planeta del sistema estelar de Sirio. Esto quedaría demostrado por el mito sumerio de Oannes, que se refiere a unos seres anfibios, con rasgos mezclados de pez y hombre (¿o quizás humanoides dentro de una traje espacial?), que surgieron del mar para actuar como héroes civilizadores. Sin embargo, es de hacer notar que la idea de que pudiera haber alguna relación entre el mito de Oannes y seres provenientes del espacio exterior no es en modo alguno original de nuestros dos autores, pues ya había sido enunciada en 1966 nada menos que por Carl Sagan y Iosif S. Shklovskiy, en su libro Intelligent Life in the Universe. Por otra parte, también debe tomarse en cuenta un hecho que suele olvidarse con excesiva frecuencia: conocemos la leyenda de Oannes no a partir de fuentes sumerias, sino a través del historiador y sacerdote caldeo Beroso, quien vivió en una época tan tardía como el siglo III a.C. (su historia de Babilonia está dedicada al rey helenístico Antioco I Soter). Además, la mayor parte de su obra se ha perdido, y sólo nos han llegado fragmentos preservados por historiadores y escritores griegos como Alejandro Polyhistor, Abideno y Apolodoro.
No existe igual unanimidad entre Guerrier y Temple respecto a la vía por la cual las informaciones impartidas por los Oannes a los sumerios habrían llegado hasta los Dogon. Eric Guerrier, el menos original de los dos, las hace pasar de los sumerios a los babilonios. En Babilonia, la información sería conocida por una de las Diez Tribus Perdidas de Israel, que al final del exilio en lugar de regresar a Palestina optó por realizar un incómodo viaje de varios miles de kilómetros hasta el África Occidental. Idea que en perspectiva resulta muy poco innovadora, pues a las famosas Tribus Perdidas se les ha hecho colonizar desde la América Precolombina hasta la Francia merovingia, por no hablar de Inglaterra, de modo que no tiene nada de extraordinario que alguna haya ido a parar a las riberas del Níger.
Robert Temple, por su parte, resulta bastante más creativo. De Sumer el conocimiento secreto habría pasado a Egipto, en donde fue asimilado por los griegos de Lemnos, descendientes de los Argonautas. Posteriormente, estos griegos emigrarían a Libia, y al penetrar hacia el oeste se transformaron en los famosos Garamantes. Siglos más tarde se dirigirían hacia el sur, hacia las riberas del Níger, donde acabarían mezclándose con la población local de raza negra. Para Temple, los Dogon vendrían a ser, "cultural y quizás físicamente, descendientes de los griegos de Lemnos". Estos Dogon helénicos habrían preservado por siglos las sagradas tradiciones llevadas desde el Egipto predinástico a Grecia por los "Danaos". Quizás no sea ocioso recordar aquí que dentro de la bibliografía de este ilustre polígrafo, (que es "fellow of the Royal Astronomical Society, the Society for the Promotion of Hellenic Studies, the Egyptian Exploration Society, the Royal Historical Society, the Institute of Classical Studies, and the Institute of Historical Research") también se incluye una edición, realizada junto con su esposa, de las fábulas completas de Esopo.
En cualquier caso, la leyenda moderna acerca del "misterio de Sirio" le debe mucho a Temple, y muy poco, o nada, a Guerrier, al punto que el primero puede ser considerado virtualmente como la fuente principal o única de la gran mayoría de las historias que circulan al respecto. A esto sin duda ha contribuido decisivamente su aura de erudición, de investigador serio, que lo distancia, por ejemplo, de un von Daeniken, y también la polémica alrededor de su libro, en la que jugaron un papel importante Carl Sagan, y Ian Ridpath, entre otros.
Si Robert Temple es el manantial en que abrevan los seguidores del "misterio de Sirio", quizás no sea inútil echarle un vistazo a sus fuentes originales, que, no sorprendentemente, son las mismas de Guerrier. Afortunadamente, esas fuentes no son especialmente numerosas, ya que sus datos básicos están tomados del trabajo de un equipo de antropólogos franceses que estudiaron a los Dogon entre los años treinta y cincuenta. Su líder era Marcel Griaule, y su principal colaboradora Germaine Dieterlen. Es de hacer notar que del considerable número de páginas que estos estudiosos dedicaron a la cultura Dogon, sólo consagraron un único artículo al supuesto "misterio de Sirio", complementado con un libro acerca de los conocimientos astronómicos de los Dogon que Dieterlen publicaría varios años después del fallecimiento de Griaule.
Pero quizás convenga saber algo más al respecto.
Marcel Griaule
Marcel Griaule (1898-1956), insigne antropólogo francés, fue el organizador, entre 1928 y 1939, de la primera gran avanzada etnográfica francesa en África. Inició sus trabajos en Etiopía, por entonces un reino independiente, en 1929. Su primer contacto con el pueblo Dogon data de 1931, en el transcurso de la expedición Dakar-Djibouti. Durante la II Guerra Mundial permaneció retenido en Francia, siendo elegido en 1942 por el Consejo de la Facultad de Letras para ocupar la primera cátedra de Etnología creada en la Sorbona. En 1946 pudo por fin regresar al Sudán Francés (el actual Malí). En 1947 fue nombrado consejero de la Unión Francesa, y ocupó dentro de su parlamento la presidencia de la comisión de Asuntos Culturales. Fallece súbitamente en París en 1956, a los 58 años de edad. Al recibir la noticia de su muerte, los Dogon celebraron en su honor una ceremonia funeral tradicional.
Alrededor de Marcel Griaule y Germaine Dieterlen se ha venido creando toda una leyenda que suele utilizarse como decorado de fondo cada vez que sale a relucir el tema del "misterio de Sirio". Según esta leyenda, Griaule y Dieterlen serían "dos eminentes antropólogos franceses que vivieron y trabajaron entre los Dogon 16 años" (o 19, o 21, ya que los divulgadores no se han puesto de acuerdo al respecto, y cada cual hace uso de la exageración que mejor le parece). A lo largo de esa prolongada estadía, y tras ganarse el "amor y el respeto de ese pueblo", habrían ido pasando por diversas etapas de iniciación, hasta que finalmente, en los años cuarenta (o quizás en los treinta, ya que aquí tampoco hay consenso) cuatro sacerdotes decidieron, finalmente, revelarles el conocimiento secreto.
En todo esto hay un algo de cierto mezclado con fuertes dosis tergiversación. Uno se imagina de inmediato a dos esforzados y heroicos exploradores, aislados del mundo, conviviendo por lustros con una tribu perdida. Sólo que la realidad resulta ser bastante diferente, ya que ni los Dogon eran un pueblo perdido, ni Marcel Griaule una especie de misionero al estilo de David Livingstone. Para empezar, Griaule y Dieterlen no estaban solos y aislados, ya que los acompañaban un nutrido equipo de colaboradores (incluyendo, en algunas de las expediciones, a la hija de Griaule, Genevieve Griaule-Calame). Lo que sí se puede decir con seguridad es que Marcel Griaule no vivió con los Dogon ni 16, ni 19, ni 21 años, aunque fueron su foco de atención a lo largo de nada menos que un cuarto de siglo (desde 1931 hasta su muerte, en 1956).
El primer contacto del antropólogo con los Dogon ocurrió, efectivamente, en 1931, durante la mencionada expedición Dakar-Djibouti, que recorrió África de costa a costa, y que culminó en 1933. Su siguiente visita fue en 1935, en el curso de la expedición Sahara-Sudán. Entre 1936 y 1937 se encontró ocupado en otra expedición, la Sahara-Camerún. Volvió al país Dogon en 1938, en la expedición Níger-Lac Iro, que concluyó en 1939. Ya vimos antes que los años de la guerra mundial los pasó en Francia, y resulta un poco difícil de imaginar el modo en que prosiguió "las etapas de iniciación" sin poder moverse del territorio galo ocupado por los nazis. ¿Acaso los sacerdotes Dogon le enviaban lecciones por correspondencia? Parece muy poco probable.
En 1946 reinicia el trabajo de campo con los Dogon, que se prolongarían hasta 1956, el año de su muerte. Por supuesto, no faltaba más, vivió entre los Dogon esos diez años. Pues no, de ninguna forma: en realidad realizó una docena de viajes al territorio, permaneciendo sobre el terreno durante todo ese lapso dos años en total. Lo que no es poco, tomando en cuenta que durante ese tiempo desempeñó en Francia cargos de responsabilidad, por no hablar de la cátedra en la Sorbona. Pero muy lejos, en todo caso, de los 16 años de cohabitación con los Dogon que proclama la leyenda.
Otro dato digno de ser tomado en cuenta, y que nunca es mencionado, es que Griaule y su equipo siempre debieron apelar al uso de intérpretes a la hora de comunicarse con los sacerdotes que le sirvieron de informantes. Esto en sí no tiene nada de particular, si se recuerda que la lengua Dogon está dividida en numerosos dialectos diferentes, pero pone muy cuesta arriba creer a los que afirman que Griaule y Dieterlen eran "dos eminentes antropólogos franceses que vivieron entre los Dogon 16 años" (o 19, o 21). Conocemos incluso el nombre de esos intérpretes: el teniente Dousso Wologuem, Ambara, el sargento Koguem y Amadigné. Los tres últimos colaboraron con los antropólogos durante 25 años, y en lo que respecto a Koguem y Ambara llegaron incluso "a convertirse ellos mismos en valiosos informantes y etnógrafos". Por cierto ¿qué hacen un teniente y un sargento en esa lista? Pues muy simple: se hallaban al servicio del gobierno colonial francés, pues contra lo que suele leerse con frecuencia, los Dogon no eran para esa época una tribu remota y aislada del mundo.
El hecho es que tras su primer contacto con los Dogon de la región de Sangha, en 1931, Griaule quedó fascinado por su cultura, decidiendo concentrar sus investigaciones sobre este pueblo (pero sin proponerse de ninguna manera quedarse a vivir con ellos), regresando al lugar en múltiples oportunidades. Esto implicó repetidos viajes y estadías más o menos prolongadas, así como la presencia más o menos permanente de otros miembros de su equipo sobre el terreno. En esta primera etapa, que concluye en 1939, por lo visto todavía no existen atisbos de ningún conocimiento secreto. En 1946, sin embargo, ocurre un hecho que "marca un hito en la vida de Griaule": se reencuentra con Ogotemmeli del Bajo Ogol, un "viejo cazador ciego que proclamaba tener autoridad sobre los sacerdotes Dogon de Sangha": éste lo inicia en la cosmogonía secreta de los Dogon. Griaule quedó impresionado por las revelaciones de Ogotemmeli, decidiendo de ahí en adelante centrar sus investigaciones en esa región, realizando sólo algunas investigaciones periféricas entre los Bambara y Bozo, dos pueblos vecinos, para "evaluar la extensión de las notaciones simbólicas de los Dogon dentro la cultura mandé".
A la izquierda: Marcel Griaule
A la derecha: Ogotemmeli del Bajo Ogol, el "viejo cazador ciego" que actuó como su iniciador en el "saber secreto" de los Dogon.
Después de las revelaciones de Ogotemmeli, Griaule restringe sus investigaciones a unos pocos dignatarios Dogon, cada uno de los cuales le suministra información sobre un tópico particular. Así, "Ogotemmeli le informa sobre la creación del mundo, Ongnonlou acerca del sistema de signos, Akundyo sobre la clasificación de las plantas, Yébéné y Manda acerca de los eventos míticos relacionados con el culto Binu". Basándose en la erudición de estos consejeros, obtiene datos que llenan mil páginas de registros, y alrededor de 1.500 fichas, con los que reconstruye "un sistema muy complejo y ordenado, el cual describe fundamentalmente en dos obras, Dieu d'eau (1948) y Le Renard Pâle (1965)". ¿En cuál de estas obras se describe el conocimiento secreto de los Dogon sobre Sirio? En Le Renard Pâle, publicado por Germaine Dieterlen después de la muerte de Griaule, se habla abundantemente de la cosmogonía y de los conocimientos astronómicos de los Dogon, pero no en particular con referencia a Sirio, sino a Júpiter y sus lunas galileanas, Saturno y sus anillos, y la Vía Láctea. En realidad, el conocimiento original acerca del "saber de Sirio" se encuentra en un artículo publicado en 1950 en el Journal de la Société des Africainistes, titulado Un Système Soudanais de Sirius.
En Un Système Soudanais de Sirius Griaule y Dieterlen reportan los sorprendentes conocimientos acerca de Sirio de los Dogon y tres pueblos vecinos (los Bambara, los Bozo y los Minianka). En ese artículo se hace mención de Sirio A como Sigu tolo, de la invisible Sirio B o Po tolo, de la órbita elíptica de 50 años de Po tolo alrededor de Sigu tolo, y de Emme Ya, el satélite de Sirio B. Hacen referencia a que "Sirio, sin embargo, no es la base del sistema: está en uno de los focos de la órbita de una pequeña estrella llamada Digitaria, Po tolo". Describen a Po tolo como infinitamente pesada, compuesta de un metal llamado "sagala", "un poco menos brillante que el hierro y tan pesado que todos los seres de la Tierra juntos no podrían levantarlo". Ésta sería la más sagrada y más secreta tradición conocida de los Dogon, la base de su religión y de sus vidas. Sin embargo, Griaule y Dieterlen optan por demostrar una prudente mesura a la hora de exponer una información tan explosiva (¡nada de platillos volantes ni seres del espacio!), prefiriendo quedarse con los datos brutos, sin arriesgar alguna interpretación. En efecto, escriben con modestia:
Algunas discrepancias
Curiosamente, a pesar de ese papel central que se le atribuye a Sirio y a Digitaria en la mitología Dogon, es posible encontrar todo un relato cosmogónico de ese pueblo que prescinde exitosamente de tales maravillas cósmicas. Y procede de un personaje al que resultaría por lo menos chocante relegar a un segundo plano: se trata nada menos que de Ogotemmeli, el "iniciador" de Marcel Griaule, el "hombre sabio" en el que había sido delegada la responsabilidad de revelarle una cosmología compleja y profunda. En algunas fuentes (por ejemplo, en un artículo de Loy Lawhon) se cita irreflexivamente a Ogotemmeli como instructor de Griaule con relación al "misterio de Sirio", cosa que, como veremos a continuación, se halla bastante lejos de la realidad.
Recordemos que en 1948 Griaule publicó un libro titulado Dieu d'eau (que suele encontrarse con frecuencia citado con el título de su edición en ingles Conversations with Ogotemmeli; en el APÉNDICE reproduzco un fragmento de éste). En ese libro, que es considerado por muchos africanistas como un texto esencial (y, en todo caso, mucho más importante que Un Système Soudanais de Sirius) se recopilan las experiencias de Griaule con su iniciador. Veamos qué tiene que decirnos el viejo Ogotemmeli respecto al misterio de Sirio, los Nummos anfibios y las naves espaciales. La ocasión parece propicia, pues se trata de un relato cosmogónico (que en lo fundamental ya quedó resumido más arriba).
Por lo pronto, Ogotemmeli se considera "sólo preparado para hablar del sistema solar útil; acepta considerar las estrellas, pero pensando que sólo juegan un papel secundario". (Pero ¿cómo? ¿No habíamos quedado en que el sistema estelar de Sirio era el eje de la creación y de la sabiduría secreta?). Y describe la formación de las estrellas como "pelotillas de barro arrojadas al espacio por el dios Amma", insólito dato que, quién puede dudarlo, sólo puede proceder de sabios viajeros estelares.
Sigue el relato y Ogotemmeli no se resuelve a acordarse de Sirio. Pero sí nos ofrece algunos detalles que arrojan una luz especial sobre la extraordinaria precisión de los conocimientos astronómicos de los Dogon. Ogotemmeli, por ejemplo, sospecha, y con mucha razón, que el Sol es más grande que su villa, quizás incluso más grande que la región de Sangha; pero se niega a hablar sobre el tamaño de la Luna (cualquiera pensaría que los alienígenas hubieran podido ser algo más exactos en su información al respecto). Luego relata la creación de la Tierra y el nacimiento del Chacal.
Por fin aparecen los famosos Nummos, el "Par", los gemelos divinos. No olvidemos que los Nummos son, obviamente, seres anfibios procedentes de Sirio. Por lo pronto, su aspecto, tal como lo describe Ogotemmeli, resulta bastante prometedor:
Luego aparecen los ocho Nummos secundarios, descendientes de la pareja humana primordial creada por Amma. Ogotemmeli no los describe íntegramente, pero si nos deja un dato interesante: no nos dice que fueran anfibios, sino "duales y bisexuales", capaces de fertilizarse a sí mismos "por una dispensa especial, concedida sólo a ellos". Característica en verdad extraordinaria, que no ha encontrado eco entre los divulgadores del misterio de Sirio. Por lo demás, nada en el relato nos hace suponer que su aspecto fuera tan peculiar como el del Nummo original. La existencia de estos Nummos transcurre entre diversos incidentes, que incluyen una ida al cielo (¿abducidos quizás?) y luego el retorno a la tierra, aunque a todo esto Sirio sigue sin aparecer. Durante la estancia de los Nummos en el cielo nos encontramos con algo familiar y nos mencionan (¡por fin!) a la famosa Digitaria. Pero con alguna sorpresa vemos que Ogotemmeli no se refiere a ninguna estrella invisible y pesada, sino estrictamente al grano de fonio (Digitaria exilis). Al parecer, Amma les había dado a los ocho Nummos ocho granos distintos para alimentarse, el último de los cuales fue, precisamente el fonio, expresamente rechazado "por el primer antepasado cuando le fue entregado, con el pretexto de que era muy pequeño y difícil de preparar". Este pequeño grano sería, en última instancia, la causa de que los ocho ancestros regresaran finalmente a la Tierra, aunque su connotación astronómica no aparece por ninguna parte.
¿Qué conclusión se puede extraer de todo esto? Lo mínimo que se puede decir es que si bien siempre se nos presenta a los Dogon como extrañamente obsesionados por el sistema estelar de Sirio, existe al menos un caso documentado en que eso no es cierto. Y un caso en verdad muy notable, pues Ogotemmeli fue quien inició a Griaule en los secretos más profundos de los Dogon. Y esto podría llevar a considerar la posibilidad de que quizás (sólo quizás) Sirio no sea tan central en los mitos Dogon como suele asumirse y se nos quiere hacer creer.
Es incluso probable que Marcel Griaule haya pensado de la misma forma. Como ya se mencionó, Griaule habla de Sirio en el artículo Un Système Soudanais de Sirius, pero en Dieu d'eau no dice nada al respecto. En otra obra, publicada en 1952, titulada Le Savoir des Dogon, Griaule hace sus dos últimas referencias conocidas respecto a Sirio, pero sólo en forma de notas al texto. En la primera de esas notas, Griaule aún parece considerar que el conocimiento sobre Sirio pertenece al más alto conocimiento de los Dogon; en la segunda, expresa haber hallado discrepancias respecto al sistema de conocimientos del sacerdote Innekouzou, que fue quien le reveló el saber secreto acerca de Sirio (estos datos, así como el nombre del sacerdote responsable del "conocimiento de Sirio", lo he tomado del artículo de Klaus Richter Das Sirius Rätsel. Was wissen die Dogon über Sirius A und B?). Después de eso, nada, a pesar de que Griaule no falleció sino hasta 1956.
Continúe leyendo Los Dogon y el misterio de Sirio - Parte II.
El artículo anterior fue escrito por Javier Garrido B., y publicado en su página Paraciencias al día. Agradecemos a su autor el permiso concedido para ser publicado de nuevo en esta página.