Los Dogon y el misterio de Sirio - Parte I
Introducción
Una etnia relativamente
primitiva del África occidental parece poseer dentro de su sabiduría
tradicional conocimientos astronómicos muy precisos sobre el sistema
estelar de Sirio, que sólo son factibles de obtener utilizando refinados
recursos tecnológicos. Nos referimos, por supuesto, a los
Dogon.
Los mitos de este
pueblo contendrían referencias claras a la invisible acompañante de Sirio,
una enana blanca que fue predicha por la ciencia en 1844 y descubierta en
1862. Aún más, la describirían con detalles tan exactos como
sorprendentes, considerándola como muy pequeña y formada por el metal más
pesado del mundo, y con un período orbital de 50 años, virtualmente
idéntico al calculado por la astronomía occidental.
A primera vista, esto parece imposible. Un
conocimiento de esa clase sólo lo pueden haber recibido los Dogon de una
civilización científicamente avanzada. ¿Extraterrestre? ¿Atlante? ¿O
quizás simplemente de la civilización tecnológica geográficamente más
cercana a ellos, la Occidental?
Sobre el supuesto mito Dogon se ha creado segundo
mito, adventicio y moderno, que se inició cuando Robert Temple publicó en
1975 su famoso libro "The Sirius Mystery". Este "mito sobre el
mito" involucra la visita de seres extraterrestres a la Tierra en un
pasado remoto. El siguiente artículo revisa diversos aspectos del tema.
Dado que es bastante extenso, lo he dividido en dos partes por razones de
comodidad. La parte I resume los aspectos más notables y divulgados
del misterio, repasa diversos aspectos de la cultura Dogon, así como
también la génesis del mito moderno y sus fuentes. La parte II está
dedicada a las diferentes explicaciones que se le han dado al problema,
incluyendo una sección referente al descubrimiento de Sirio C. También
incluyo aquí las referencias que he utilizado. En el apéndice se reproduce
un fragmento de uno de los mitos Dogon de la creación.
En fin, adelante.
The climax of Dogon
religious life occurs every 60 years, in a ceremony called the sigui. It
occurs when the star Sirius appears between two mountain peaks. Before the
ceremony, young men go into seclusion for three months, during which they
talk in secret language. The general ceremony rests on the belief that
some 3,000 years ago amphibious beings from Sirius visited the
Dogon.
(Del artículo "Dogon" de la ENCYCLOPÆDIA BRITANNICA
ONLINE)
El mito
Un pequeño y remoto pueblo del Sahel, en el África Occidental,
puede ser la prueba más consistente de que la Tierra fue visitada en una época
remota por seres del espacio exterior.
Se trata de los Dogon, tribu que habita en la actual República de
Malí. Los Dogon son poseedores de una mitología tan rica como compleja; sus
leyendas contienen conocimientos astronómicos que de ninguna forma pudieron
haber obtenido por sí mismos, ni de un eventual contacto con visitantes
terrestres. Esto le plantea a la ciencia un enigma que es incapaz de explicar,
y que escapa por completo a las soluciones convencionales.
La sabiduría secreta de este pueblo contiene datos precisos y
detallados sobre el sistema solar, que en muchos casos sólo han entrado a
formar parte del acervo de la astronomía moderna muy recientemente: describen
a la Luna como "seca y estéril", saben que el planeta Júpiter (al que llaman
"Dana tolo") tiene cuatro grandes satélites, conocen los anillos de Saturno, y
que los planetas describen órbitas elípticas alrededor del Sol. Esta noción de
que los cuerpos celestes siguen órbitas elípticas alrededor de un astro
principal que se ubica en uno de los focos sólo fue aceptada por la astronomía
occidental a partir de Kepler, en el siglo XVII. Además, describen a la Vía
Láctea como una galaxia espiral formada por millones de estrellas.
Sin embargo, los conceptos fundamentales de los mitos Dogon no se
refieren al sistema solar, sino que giran en torno a Sirio, estrella de
primera magnitud situada en la constelación del Can Mayor, a la que conocen
como "Sigu tolo", la "estrella del Sigui" ("tolo" significa "estrella"). Aún
más, la brillantísima Sirio es menos importante en la cosmogonía Dogon que su
invisible acompañante, Sirio B, una enana blanca que no fue descubierta por la
astronomía occidental sino hasta 1862. Los Dogon conocen a Sirio B como "Po
tolo", que se traduciría como "estrella Digitaria"; "po" es el grano de la
Digitaria exilis, gramínea conocida popularmente como fonio o acha. El
grano de la Digitaria exilis es el más pequeño que conocen los Dogon,
y, por extensión, la más pequeña de las cosas.
La magnitud de Sirio B ("Po tolo") es de 8,7, por lo que resulta
absolutamente invisible a ojo desnudo; aún más, la separación máxima de Sirio
A y B es de apenas 11 minutos de arco (y un observador con visión perfecta
apenas puede separar dos puntos luminosos separados por 42 segundos de arco).
Para la primera visualización moderna de Sirio B, realizada en 1862 por Alvan
Clark, se requirió emplear el mayor telescopio existente para la época. De
acuerdo al mito Dogon, esta "estrella Digitaria" o Po tolo tarda 50 años en
recorrer su órbita alrededor de Sigu tolo. El cálculo de los astrónomos es,
sorprendentemente, de 50,04 años; el error de la estimación de los Dogon
respecto a los datos logrados con los más refinados recursos tecnológicos es
inferior al 0,08 %. El mito también proporciona otros detalles inquietantes
acerca de Po tolo: la describe como blanca y compuesta de "sagala", un metal
muy denso y extremadamente pesado, el más pesado del universo. Ésta es una
descripción singularmente adecuada para una enana blanca. Además, afirman que
Po tolo rota sobre su eje en un periodo de un año, lo que probablemente es una
apreciación correcta. Según los Dogon, Sirio B o Po tolo es la primera
estrella creada por Amma y el eje del Universo. Consideran que el Sol y Sirio
son dos estrellas gemelas, con un origen común.
Aún hay más: los Dogon conocen también otros componentes del
sistema. Describen otra estrella a la que denominan "Emme Ya" ("el sol de las
Mujeres" o "Sorgo hembra"), mucho mayor que Digitaria, pero cuatro veces más
liviana, que recorrería su órbita alrededor de Sigu tolo (Sirio A) también en
cincuenta años, pero a una distancia mayor. Alrededor de Emme Ya ubican un
satélite que le sirve de guía, al que denominan "Nyân tolo", "la estrella de
las Mujeres". La astronomía moderna no descubrió que Sirio es un sistema
triple sino hasta 1995. Otro miembro adicional del sistema es la llamada
"estrella del zapatero", muy alejada de las otras tres y que se desplaza en
dirección contraria alrededor de Sigui.
Los Dogon representan el sistema de Sirio en una figura que denominan "el
huevo del mundo", un preciso diagrama orbital en el que Sirio A ocupa uno de
los focos de la elipse.
Cada sesenta años los Dogon celebran una ceremonia de renovación del mundo,
llamada "Sigui", asociada a la invisible Sirio B o Po tolo. En esta ceremonia
se emplean unas elaboradas máscaras con forma de cabeza de pájaro, llamadas
"kanaga", confeccionadas especialmente para esa ocasión, que posteriormente
son cuidadosamente guardadas en refugios protegidos. Las máscaras conservadas
son una prueba física de que las ceremonias "Sigui" y los asombrosos
conocimientos de los Dogon acerca del sistema estelar de Sirio se remontan al
menos a 700 años, hasta el año 1300 d.C.
La leyenda Dogon afirma que la fuente primigenia de este
insólito saber astronómico fueron los "Nummos", seres que llegaron a la
Tierra procedentes del satélite de Emme Ya, aproximadamente hacia el año
3000 a.C. Significativamente, el término "nummo" en la lengua Dogon se
relaciona con el agua; también suelen referirse a ellos como "Maestros
del Agua" e "Instructores". Los describen como seres anfibios, con más
forma de pez que de hombres; localizan su recalada en algún punto
ubicado al nordeste del territorio en el que actualmente se
asientan.
Esto establece inquietantes paralelismos con la leyenda sumeria de
los Oannes, recogida por el historiador babilónico Beroso. Según el mito
sumerio, los Oannes "tenían forma de pez mezclada con la de hombre", y
surgieron del Mar Rojo.
¿Cómo es posible que una remota y primitiva tribu africana pueda
poseer desde la más inmemorial antigüedad unos conocimientos astronómicos que
la ciencia occidental sólo ha logrado obtener con el uso de técnicas muy
sofisticadas y de instrumentos avanzados y precisos? Planteado así el
problema, por supuesto, parece que la única solución es que los Dogon
"recibieron" sus conocimientos de alguna civilización tecnológicamente
avanzada. ¿Procedente de Sirio? Quizás, aunque antes de llegar a una
conclusión quizás sea conveniente conocer algunos otros datos. Como veremos
más adelante.
Algo acerca de los Dogon (sin delirios)
Los Dogon son uno de los numerosos grupos étnicos que habitan en
la altiplanicie central de Malí y en Burkina Faso (el antiguo Alto Volta). Su
territorio se encuentra ubicado en el Sahel, la zona semiárida de transición
entre el Sahara al norte y las áreas tropicales húmedas del sur. Se trata de
una comarca de sabanas herbáceas y arbustos dispersos, en la que la lluvia y
la tierra arable son escasas.
Los datos acerca de su población son inseguros, siendo
estimada por diversas fuentes entre los 100.000 y los 500.000
individuos, la mayoría de los cuales viven en las colinas rocosas, las
mesetas y las montañas de los distritos de Bandiagara y Douentza, en
Malí. En el primero de estos distritos, el grueso de la población se
concentra en una franja de unos 140 kilómetros de largo, correspondiente
a los llamados riscos de Bandiagara. Se denominan a sí mismos "Dogon" o
"Dogom" (singular "Dogo"), pero en las fuentes antiguas suelen ser
mencionados como "Habe", palabra Fulbe que significa "extranjero" o
"pagano".
La correcta clasificación de su idioma es sujeto aún de dudas y
controversias, siendo habitualmente clasificado dentro del
Voltaico.
La historia temprana de los Dogon se conoce a través de sus
tradiciones orales: se supone que su lugar de origen se encuentra en la orilla
oeste del Níger, entre los siglos X y XIII. De acuerdo a la leyenda, los
antepasados de los Dogon fueron cuatro hermanos de origen sobrenatural,
llamados Dyon, Arou, Domno y Ono, que "debido a una disputa en su patria Mande
[...] decidieron dejar Mande y encontrar una nueva tierra donde ellos y sus
descendientes pudieran vivir en paz". Hasta el día de hoy los habitantes de
las diferentes regiones suelen declarar su parentesco con alguno de estos
ancestros míticos. Inicialmente emigraron al norte y oeste de Burkina Faso,
donde las historias locales los describen como los "Kibsi"; se cree que
alrededor de 1490 huyeron de este territorio al ser invadida por la caballería
de los Mossi, refugiándose en los riscos de Bandiagara. Allí sustituyeron a
una población anterior, los Tellem, de la que se conocen pocos
datos.
Son un pueblo esencialmente agrícola. Menos de la mitad de los
Dogon son musulmanes, y menos aún son cristianos; muchos practican todavía su
religión tradicional. Las villas Dogon suelen agruparse en grupos de cuatro o
cinco en las proximidades de las fuentes de agua; cada una de estas
agrupaciones forma un cantón o región, que constituye una unidad geográfica,
lingüística y étnica. Cada región tiene un dialecto diferente (y a veces,
considerablemente diferente) de las restantes. Los habitantes de una
determinada región proclaman su parentesco con un antecesor común. La
organización de las villas se basa en el parentesco de sus miembros, dentro de
un marco de linajes patrilineales exógamos (denominados "Ginna"). El varón de
más edad descendiente de un ancestro común dentro del linaje local de una
villa ejerce como cabeza del mismo y es conocido como "Ginna bana". El Ginna
bana conduce las ceremonias religiosas y preside el concilio de ancianos que
lleva el gobierno de cada villa. El varón más viejo descendiente directo del
fundador es el "Hogon", y ejerce como jefe del cantón, y a la vez de líder
espiritual del culto "Lebe"; se le considera "el más puro de los hombres
puros" y su campo es sagrado.
Un rasgo distintivo del sistema social de los Dogon es la
existencia de diversas castas ocupacionales, entre las que se incluyen las de
los trabajadores en hierro, en cuero y en madera; también figuran entre éstas
los "griots", que cumplen funciones de historiadores orales, genealogistas,
poetas, músicos y hechiceros. Los miembros de estas castas viven separados de
los agricultores, fuera de las villas, o en villas propias. Cada una de estas
castas es endógama, y sus miembros no participan en los cultos religiosos
comunes.
La sociedad Awa es una sociedad secreta de hombres que controla el
celebre culto de las máscaras y prepara la ceremonia Sigui (el "Culto de la
Gran Máscara"). El Awa se caracteriza por rigurosas normas de etiqueta,
obligaciones, interdictos, y un lenguaje secreto (el "lenguaje de la maleza" o
"Sigui so"); las mujeres y los niños están estrictamente excluidos. La
sociedad Awa se divide de acuerdo a grados de edad, ignorando los linajes
tradicionales y el puesto jerárquico dentro de las villas. Los varones son
iniciados en esta sociedad en la adolescencia, pero sólo algunos muy
seleccionados son instruidos en todos los secretos del culto, con la
responsabilidad de por vida de preservar la tradición de las máscaras. Éstos
reciben su iniciación en la ceremonia Sigui, que se celebra sólo una vez cada
sesenta años. El líder de la sociedad Awa, es el "Olubaru", el "maestro del
lenguaje de la maleza", y líder de los "hombres impuros". Los Dogon dividen su
comunidad en dos categorías opuestas, llamadas innenomo ("hombre que vive",
traducido como hombre puro) e innepuru ("hombre impuro", o también "hombre
muerto"). Los papeles de puro y de impuro se definen en términos de
responsabilidades rituales, prohibiciones y derechos a asumir ciertas
funciones; conforman una oposición ritual ajena la jerarquía del linaje, de la
edad, y del lugar. El status de "puro" o "impuro" se establece en el momento
del nacimiento, heredado de algún antepasado recientemente fallecido. Los
impuros realizan los rituales asociados a muerte, tal como la preparación y
entierro del cadáver y el sacrificio y consumo de animales sagrados. Los
hombres impuros tienen prohibido el contacto con el campo sagrado del Hogon.
El estado impuro es un requisito para ejercer como Olubaru. Los hombres puros
tienen prohibidas las actividades rituales asociadas a
muerte.
El Olubaru y la sociedad Awa asumen el control de la comunidad durante
sus períodos ceremoniales, en tanto que el Hogon es el jefe durante el
resto del año y se hace cargo de las responsabilidades sagradas en la
época de los ritos agrícolas.
La transmisión del cargo de
Olubaru tiene lugar fuera de la villa, y el derecho a asumirlo está
completamente separado de la jerarquía habitual de la misma.
La fabricación y uso de las máscaras no es en modo alguno exclusivo de
la ceremonia Sigui; también se emplean en el festival de la siembra, en
las ceremonias funerarias, y en las ceremonias "Dama" (conclusión de un
período de luto).
Los Dogon poseen cuatro cultos principales: el culto "Wagem"
(relacionado con los ancestros) encabezado por el Ginna bana, el culto Lebe
encabezado por el Hogon (asociado con el ciclo agrícola), el culto "Binu"
(totémico), dirigido por el "Binukedine", y el culto de la sociedad Awa,
encabezado por el Olubaru. Estos cuatro cultos se encuentran integrados en un
solo sistema religioso. Los cuatro líderes de los cultos son asimilados a los
cuatro hermanos sobrenaturales, y a su vez, a las cuatro direcciones de la
cosmogonía Dogon. Este sistema religioso puede ser entendido en términos de
oposición entre el Ginna bana y el Olubaru por un lado, ambos "impuros", y el
Hogon y el Binukedine por el otro, ambos "puros". Esta oposición se halla
enraizada en la mitología y en la forma de ver el mundo de este pueblo. La
tierra no arable, la maleza, es percibida como desordenada e impura, morada de
fuerzas sobrenaturales, mientras que las villas y las tierras cultivadas son
consideradas ordenadas y puras. El Hogon, líder del culto Lebe y de los
hombres puros cultiva un campo sagrado y puro; la maleza es el dominio del
"zorro pálido" (el Chacal dorado) el primer hijo del creador Amma, y corruptor
de su creación.
Una cosmogonía Dogon
La cosmogonía Dogon no es menos compleja e imaginativa que su
organización social. Según una de sus versiones (existen varias, que difieren
en muchos detalles), Amma, el dios creador, hizo las estrellas arrojando
pelotillas de barro al espacio, y el Sol y la Luna como obras de alfarería. A
continuación creó la Tierra comprimiendo en su mano una pella de arcilla, y
luego arrojándola al igual que las estrellas; la pella se extendió formando un
cuerpo femenino, en el que un termitero formó el clítoris y un hormiguero la
vagina. La primera ruptura en el orden del mundo acaeció cuando Amma quiso
copular con la Tierra, pero el termitero (el clítoris, que representa la
masculinidad), se lo impidió, y Amma procedió entonces a cercenarlo. A
consecuencia del impedimento inicial este acto sexual resultó defectuoso, y de
él nació una sola criatura, el Chacal dorado, que es símbolo de las
dificultades de dios.
En una segunda cópula, el agua, que es considerada el germen
divino, penetró en la matriz de la Tierra, pues la excisión del clítoris había
removido la causa del desorden originario. De esta concepción perfecta
nacieron los gemelos divinos llamados "Nummo", productos homogéneos de dios y
de su misma esencia. Si bien Nummo se refiere a una pareja de gemelos, los
Dogon acostumbran a usar la forma singular para referirse a ellos. A
continuación, el Nummo subió al cielo para recibir las instrucciones de su
padre. Desde allí vio a su madre, desnuda y sin habla; para poner fin a este
estado de caos descendió de nuevo a la Tierra, y con fibras de plantas de las
regiones divinas cubrió su desnudez. Esto dotó a la Tierra del primer lenguaje
del mundo.
Aquí interviene el Chacal, "el hijo engañoso de dios", quien
introduce de nuevo el desorden en la creación al cometer incesto con su madre.
De este modo, el Chacal usurpó el lenguaje divino y produjo el flujo
menstrual, que manchó las fibras divinas. Por esta impureza Amma rechazó a su
esposa y decidió a crear seres vivos directamente, modelándolos en arcilla
húmeda. Surgió así la primera pareja humana; cada uno de sus miembros fue
dotado por el Nummo de dos almas, una masculina y otra femenina. Sin embargo,
el Nummo no tardó en comprender las desventajas de poseer dos almas, y
procedió a circuncidar al hombre para eliminar su parte femenina. El hombre
copuló entonces con la mujer, engendrando los primeros dos niños de una serie
de ocho, que fueron los antepasados del pueblo Dogon. La naturaleza de estos
ocho antepasados era dual y bisexual, y desconocían la muerte. Se reprodujeron
y eventualmente, tras diversas vicisitudes, fueron llevados al cielo por el
Nummo, tras ser perfeccionados por el agua y la palabra. En el cielo, se
transformaron a su vez en Nummo.
Sin embargo, ocurrió entonces una nueva ruptura, al no resignarse
los recién llegados a acatar las reglas del Nummo original. El primero y
segundo antepasado decidieron abandonar el cielo, "donde se sentían
extranjeros", siendo seguidos por los otros seis. Una vez de regreso en la
tierra procedieron a la ordenación de la naturaleza y de la sociedad humana,
introduciendo en el mundo la agricultura, el trabajo en metal y el arte del
tejido.
En esta mitología el Chacal es una criatura desnaturalizada, que
quebranta el orden social; es un símbolo de la "unicidad", del varón sin
complemento femenino. Para los Dogon, el caos es el resultando del
desequilibrio entre cualidades masculinas y femeninas. En cambio, el
equilibrio de los sexos que lleva al funcionamiento apropiado del cosmos queda
ilustrado en las historias de los Nummo, seres andróginos. En el mito, los
Nummo son héroes culturales que introducen en el mundo humano artes y
conocimientos útiles y que restituyen el orden perdido, y a la vez también
representan el poder vitalizador del agua, que permite la agricultura y la
organización social en un entorno hostil.
El origen de un mito moderno
Si bien el "saber oculto" de los Dogon sobre Sirio y el
sistema solar era conocido por los antropólogos desde finales de los años
cuarenta, no fue sino hasta 1975 cuando fue objeto de una amplia
divulgación y de un virtual secuestro por parte de los incondicionales de
la hipótesis de los "antiguos astronautas".
Ese año vieron la luz, de forma independiente, dos hipótesis que
conectaban los conocimientos astronómicos de los Dogon con presuntos
viajeros espaciales que habrían visitado la Tierra en un pasado
remoto.
Los padres de las mismas fueron el arquitecto francés Eric
Guerrier y el orientalista norteamericano (asentado en Inglaterra) Robert K.
G. Temple (quien es definido en una entrevista reciente como "a highly
respected classical scholar and Fellow of the Royal Astronomical
Society"). Guerrier dejó registradas sus elucubraciones en un libro
titulado Essai sur la cosmogonie des Dogon: L'arche du Nommo (París,
1975), en tanto que el mucho más afortunado Robert Temple proclamó las suyas
en The Sirius Mystery (Londres, 1975). Pero mientras Eric Guerrier está
hoy virtualmente olvidado (las mil y una páginas de Internet sobre el misterio
de Sirio lo ignoran de forma casi unánime), no ha ocurrido otro tanto con
Temple, quien en 1998 publicó una nueva versión de su obra, revisada y
ampliada, actualizada con nada menos que "140 páginas de nueva evidencia
científica que le da solidez a una hipótesis que la KGB, la CIA y la NASA
intentaron suprimir" (!!!).
En líneas generales, Guerrier y Temple coinciden en postular que
el saber secreto de los Dogon procede de una tradición oculta milenaria,
rastreable en última instancia hasta las antiguas civilizaciones de Egipto y
Sumer. Los sumerios, en particular, habrían sido los beneficiarios originales
de ese conocimiento misterioso, recibido directamente de seres extraterrestres
procedentes de un planeta del sistema estelar de Sirio. Esto quedaría
demostrado por el mito sumerio de Oannes, que se refiere a unos seres
anfibios, con rasgos mezclados de pez y hombre (¿o quizás humanoides dentro de
una traje espacial?), que surgieron del mar para actuar como héroes
civilizadores. Sin embargo, es de hacer notar que la idea de que pudiera haber
alguna relación entre el mito de Oannes y seres provenientes del espacio
exterior no es en modo alguno original de nuestros dos autores, pues ya había
sido enunciada en 1966 nada menos que por Carl Sagan y Iosif S. Shklovskiy, en
su libro Intelligent Life in the Universe. Por otra parte, también debe
tomarse en cuenta un hecho que suele olvidarse con excesiva frecuencia:
conocemos la leyenda de Oannes no a partir de fuentes sumerias, sino a través
del historiador y sacerdote caldeo Beroso, quien vivió en una época tan tardía
como el siglo III a.C. (su historia de Babilonia está dedicada al rey
helenístico Antioco I Soter). Además, la mayor parte de su obra se ha perdido,
y sólo nos han llegado fragmentos preservados por historiadores y escritores
griegos como Alejandro Polyhistor, Abideno y Apolodoro.
No existe igual unanimidad entre Guerrier y Temple respecto a la
vía por la cual las informaciones impartidas por los Oannes a los sumerios
habrían llegado hasta los Dogon. Eric Guerrier, el menos original de los dos,
las hace pasar de los sumerios a los babilonios. En Babilonia, la información
sería conocida por una de las Diez Tribus Perdidas de Israel, que al final del
exilio en lugar de regresar a Palestina optó por realizar un incómodo viaje de
varios miles de kilómetros hasta el África Occidental. Idea que en perspectiva
resulta muy poco innovadora, pues a las famosas Tribus Perdidas se les ha
hecho colonizar desde la América Precolombina hasta la Francia merovingia, por
no hablar de Inglaterra, de modo que no tiene nada de extraordinario que
alguna haya ido a parar a las riberas del Níger.
Robert Temple, por su parte, resulta bastante más creativo. De
Sumer el conocimiento secreto habría pasado a Egipto, en donde fue asimilado
por los griegos de Lemnos, descendientes de los Argonautas. Posteriormente,
estos griegos emigrarían a Libia, y al penetrar hacia el oeste se
transformaron en los famosos Garamantes. Siglos más tarde se dirigirían hacia
el sur, hacia las riberas del Níger, donde acabarían mezclándose con la
población local de raza negra. Para Temple, los Dogon vendrían a ser,
"cultural y quizás físicamente, descendientes de los griegos de Lemnos". Estos
Dogon helénicos habrían preservado por siglos las sagradas tradiciones
llevadas desde el Egipto predinástico a Grecia por los "Danaos". Quizás no sea
ocioso recordar aquí que dentro de la bibliografía de este ilustre polígrafo,
(que es "fellow of the Royal Astronomical Society, the Society for the
Promotion of Hellenic Studies, the Egyptian Exploration Society, the Royal
Historical Society, the Institute of Classical Studies, and the Institute of
Historical Research") también se incluye una edición, realizada junto con su
esposa, de las fábulas completas de Esopo.
En cualquier caso, la leyenda moderna acerca del "misterio de
Sirio" le debe mucho a Temple, y muy poco, o nada, a Guerrier, al punto que
el primero puede ser considerado virtualmente como la fuente principal o única
de la gran mayoría de las historias que circulan al respecto. A esto sin duda
ha contribuido decisivamente su aura de erudición, de investigador serio, que
lo distancia, por ejemplo, de un von Daeniken, y también la polémica alrededor
de su libro, en la que jugaron un papel importante Carl Sagan, y Ian Ridpath,
entre otros.
Si Robert Temple es el manantial en que abrevan los seguidores del
"misterio de Sirio", quizás no sea inútil echarle un vistazo a sus fuentes
originales, que, no sorprendentemente, son las mismas de Guerrier.
Afortunadamente, esas fuentes no son especialmente numerosas, ya que sus datos
básicos están tomados del trabajo de un equipo de antropólogos franceses que
estudiaron a los Dogon entre los años treinta y cincuenta. Su líder era Marcel
Griaule, y su principal colaboradora Germaine Dieterlen. Es de hacer notar que
del considerable número de páginas que estos estudiosos dedicaron a la cultura
Dogon, sólo consagraron un único artículo al supuesto "misterio de
Sirio", complementado con un libro acerca de los conocimientos astronómicos de
los Dogon que Dieterlen publicaría varios años después del fallecimiento de
Griaule.
Pero quizás convenga saber algo más al respecto.
Marcel Griaule
Marcel Griaule (1898-1956), insigne antropólogo francés, fue el
organizador, entre 1928 y 1939, de la primera gran avanzada etnográfica
francesa en África. Inició sus trabajos en Etiopía, por entonces un reino
independiente, en 1929. Su primer contacto con el pueblo Dogon data de 1931,
en el transcurso de la expedición Dakar-Djibouti. Durante la II Guerra Mundial
permaneció retenido en Francia, siendo elegido en 1942 por el Consejo de la
Facultad de Letras para ocupar la primera cátedra de Etnología creada en la
Sorbona. En 1946 pudo por fin regresar al Sudán Francés (el actual Malí). En
1947 fue nombrado consejero de la Unión Francesa, y ocupó dentro de su parlamento
la presidencia de la comisión de Asuntos Culturales. Fallece súbitamente en
París en 1956, a los 58 años de edad. Al recibir la noticia de su muerte, los
Dogon celebraron en su honor una ceremonia funeral tradicional.
Alrededor de Marcel Griaule y Germaine Dieterlen se ha venido
creando toda una leyenda que suele utilizarse como decorado de fondo cada vez
que sale a relucir el tema del "misterio de Sirio". Según esta leyenda,
Griaule y Dieterlen serían "dos eminentes antropólogos franceses que vivieron
y trabajaron entre los Dogon 16 años" (o 19, o 21, ya que los divulgadores no
se han puesto de acuerdo al respecto, y cada cual hace uso de la exageración
que mejor le parece). A lo largo de esa prolongada estadía, y tras ganarse el
"amor y el respeto de ese pueblo", habrían ido pasando por diversas etapas de
iniciación, hasta que finalmente, en los años cuarenta (o quizás en los
treinta, ya que aquí tampoco hay consenso) cuatro sacerdotes decidieron,
finalmente, revelarles el conocimiento secreto.
En todo esto hay un algo de cierto mezclado con fuertes dosis
tergiversación. Uno se imagina de inmediato a dos esforzados y heroicos
exploradores, aislados del mundo, conviviendo por lustros con una tribu
perdida. Sólo que la realidad resulta ser bastante diferente, ya que ni los
Dogon eran un pueblo perdido, ni Marcel Griaule una especie de misionero al
estilo de David Livingstone. Para empezar, Griaule y Dieterlen no estaban
solos y aislados, ya que los acompañaban un nutrido equipo de colaboradores
(incluyendo, en algunas de las expediciones, a la hija de Griaule, Genevieve
Griaule-Calame). Lo que sí se puede decir con seguridad es que Marcel Griaule
no vivió con los Dogon ni 16, ni 19, ni 21 años, aunque fueron su foco
de atención a lo largo de nada menos que un cuarto de siglo (desde 1931 hasta
su muerte, en 1956).
El primer contacto del antropólogo con los Dogon ocurrió,
efectivamente, en 1931, durante la mencionada expedición Dakar-Djibouti, que
recorrió África de costa a costa, y que culminó en 1933. Su siguiente
visita fue en 1935, en el curso de la expedición Sahara-Sudán. Entre 1936 y
1937 se encontró ocupado en otra expedición, la Sahara-Camerún. Volvió al país
Dogon en 1938, en la expedición Níger-Lac Iro, que concluyó en 1939. Ya vimos
antes que los años de la guerra mundial los pasó en Francia, y resulta un poco
difícil de imaginar el modo en que prosiguió "las etapas de iniciación" sin
poder moverse del territorio galo ocupado por los nazis. ¿Acaso los sacerdotes
Dogon le enviaban lecciones por correspondencia? Parece muy poco
probable.
En 1946 reinicia el trabajo de campo con los Dogon, que se
prolongarían hasta 1956, el año de su muerte. Por supuesto, no faltaba más,
vivió entre los Dogon esos diez años. Pues no, de ninguna forma: en realidad
realizó una docena de viajes al territorio, permaneciendo sobre el terreno
durante todo ese lapso dos años en total. Lo que no es poco, tomando en
cuenta que durante ese tiempo desempeñó en Francia cargos de responsabilidad,
por no hablar de la cátedra en la Sorbona. Pero muy lejos, en todo caso, de
los 16 años de cohabitación con los Dogon que proclama la leyenda.
Otro dato digno de ser tomado en cuenta, y que nunca es
mencionado, es que Griaule y su equipo siempre debieron apelar al uso de
intérpretes a la hora de comunicarse con los sacerdotes que le sirvieron de
informantes. Esto en sí no tiene nada de particular, si se recuerda que la
lengua Dogon está dividida en numerosos dialectos diferentes, pero pone muy
cuesta arriba creer a los que afirman que Griaule y Dieterlen eran "dos
eminentes antropólogos franceses que vivieron entre los Dogon 16 años" (o 19,
o 21). Conocemos incluso el nombre de esos intérpretes: el teniente Dousso
Wologuem, Ambara, el sargento Koguem y Amadigné. Los tres últimos colaboraron
con los antropólogos durante 25 años, y en lo que respecto a Koguem y Ambara
llegaron incluso "a convertirse ellos mismos en valiosos informantes y
etnógrafos". Por cierto ¿qué hacen un teniente y un sargento en esa lista?
Pues muy simple: se hallaban al servicio del gobierno colonial francés, pues
contra lo que suele leerse con frecuencia, los Dogon no eran para esa época
una tribu remota y aislada del mundo.
El hecho es que tras su primer contacto con los Dogon de la región
de Sangha, en 1931, Griaule quedó fascinado por su cultura, decidiendo
concentrar sus investigaciones sobre este pueblo (pero sin proponerse de
ninguna manera quedarse a vivir con ellos), regresando al lugar en múltiples
oportunidades. Esto implicó repetidos viajes y estadías más o menos
prolongadas, así como la presencia más o menos permanente de otros miembros de
su equipo sobre el terreno. En esta primera etapa, que concluye en 1939, por
lo visto todavía no existen atisbos de ningún conocimiento secreto. En 1946,
sin embargo, ocurre un hecho que "marca un hito en la vida de Griaule": se
reencuentra con Ogotemmeli del Bajo Ogol, un "viejo cazador ciego que
proclamaba tener autoridad sobre los sacerdotes Dogon de Sangha": éste lo
inicia en la cosmogonía secreta de los Dogon. Griaule quedó impresionado por
las revelaciones de Ogotemmeli, decidiendo de ahí en adelante centrar sus
investigaciones en esa región, realizando sólo algunas investigaciones
periféricas entre los Bambara y Bozo, dos pueblos vecinos, para "evaluar la
extensión de las notaciones simbólicas de los Dogon dentro la cultura
mandé".
A la izquierda: Marcel Griaule
A la derecha: Ogotemmeli del Bajo Ogol, el "viejo cazador
ciego" que actuó como su iniciador en el "saber secreto" de los
Dogon.
Después de las revelaciones de Ogotemmeli, Griaule restringe
sus investigaciones a unos pocos dignatarios Dogon, cada uno de los cuales le
suministra información sobre un tópico particular. Así, "Ogotemmeli le informa
sobre la creación del mundo, Ongnonlou acerca del sistema de signos, Akundyo
sobre la clasificación de las plantas, Yébéné y Manda acerca de los eventos
míticos relacionados con el culto Binu". Basándose en la erudición de estos
consejeros, obtiene datos que llenan mil páginas de registros, y alrededor de
1.500 fichas, con los que reconstruye "un sistema muy complejo y ordenado, el
cual describe fundamentalmente en dos obras, Dieu d'eau (1948) y Le
Renard Pâle (1965)". ¿En cuál de estas obras se describe el conocimiento
secreto de los Dogon sobre Sirio? En Le Renard Pâle, publicado por
Germaine Dieterlen después de la muerte de Griaule, se habla abundantemente de
la cosmogonía y de los conocimientos astronómicos de los Dogon, pero no en
particular con referencia a Sirio, sino a Júpiter y sus lunas galileanas,
Saturno y sus anillos, y la Vía Láctea. En realidad, el conocimiento original
acerca del "saber de Sirio" se encuentra en un artículo publicado en
1950 en el Journal de la Société des Africainistes, titulado Un
Système Soudanais de Sirius.
En Un Système Soudanais de Sirius Griaule y Dieterlen
reportan los sorprendentes conocimientos acerca de Sirio de los Dogon y tres
pueblos vecinos (los Bambara, los Bozo y los Minianka). En ese artículo se
hace mención de Sirio A como Sigu tolo, de la invisible Sirio B o Po tolo, de
la órbita elíptica de 50 años de Po tolo alrededor de Sigu tolo, y de Emme Ya,
el satélite de Sirio B. Hacen referencia a que "Sirio, sin embargo, no es la
base del sistema: está en uno de los focos de la órbita de una pequeña
estrella llamada Digitaria, Po tolo". Describen a Po tolo como infinitamente
pesada, compuesta de un metal llamado "sagala", "un poco menos brillante que
el hierro y tan pesado que todos los seres de la Tierra juntos no podrían
levantarlo". Ésta sería la más sagrada y más secreta tradición conocida de los
Dogon, la base de su religión y de sus vidas. Sin embargo, Griaule y Dieterlen
optan por demostrar una prudente mesura a la hora de exponer una información
tan explosiva (¡nada de platillos volantes ni seres del espacio!), prefiriendo
quedarse con los datos brutos, sin arriesgar alguna interpretación. En efecto,
escriben con modestia:
"Por nuestra parte, los datos recopilados no han dado
lugar a ninguna hipótesis original de investigación. [...] El problema de
saber cómo, sin instrumentos a su disposición, unos hombres pueden conocer el
movimiento y ciertas características de estrellas virtualmente invisibles, no
ha sido establecido, ni aún planteado".
Algunas discrepancias
Curiosamente, a pesar de ese papel central que se le atribuye a
Sirio y a Digitaria en la mitología Dogon, es posible encontrar todo
un relato cosmogónico de ese pueblo que prescinde exitosamente de tales
maravillas cósmicas. Y procede de un personaje al que resultaría por lo menos
chocante relegar a un segundo plano: se trata nada menos que de Ogotemmeli, el
"iniciador" de Marcel Griaule, el "hombre sabio" en el que había sido delegada
la responsabilidad de revelarle una cosmología compleja y profunda. En algunas
fuentes (por ejemplo, en un artículo de Loy Lawhon) se cita irreflexivamente a
Ogotemmeli como instructor de Griaule con relación al "misterio de Sirio",
cosa que, como veremos a continuación, se halla bastante lejos de la
realidad.
Recordemos que en 1948 Griaule publicó un libro titulado Dieu
d'eau (que suele encontrarse con frecuencia citado con el título de su
edición en ingles Conversations with Ogotemmeli; en el APÉNDICE
reproduzco un fragmento de éste). En ese libro, que es considerado por
muchos africanistas como un texto esencial (y, en todo caso, mucho más
importante que Un Système Soudanais de Sirius) se recopilan las
experiencias de Griaule con su iniciador. Veamos qué tiene que decirnos el
viejo Ogotemmeli respecto al misterio de Sirio, los Nummos anfibios y las
naves espaciales. La ocasión parece propicia, pues se trata de un relato
cosmogónico (que en lo fundamental ya quedó resumido más arriba).
Por lo pronto, Ogotemmeli se considera "sólo preparado para hablar
del sistema solar útil; acepta considerar las estrellas, pero pensando que
sólo juegan un papel secundario". (Pero ¿cómo? ¿No habíamos quedado en que el
sistema estelar de Sirio era el eje de la creación y de la sabiduría
secreta?). Y describe la formación de las estrellas como "pelotillas de barro
arrojadas al espacio por el dios Amma", insólito dato que, quién puede
dudarlo, sólo puede proceder de sabios viajeros estelares.
Sigue el relato y Ogotemmeli no se resuelve a acordarse de Sirio.
Pero sí nos ofrece algunos detalles que arrojan una luz especial sobre la
extraordinaria precisión de los conocimientos astronómicos de los Dogon.
Ogotemmeli, por ejemplo, sospecha, y con mucha razón, que el Sol es más grande
que su villa, quizás incluso más grande que la región de Sangha; pero se niega
a hablar sobre el tamaño de la Luna (cualquiera pensaría que los alienígenas
hubieran podido ser algo más exactos en su información al respecto). Luego
relata la creación de la Tierra y el nacimiento del Chacal.
Por fin aparecen los famosos Nummos, el "Par", los gemelos
divinos. No olvidemos que los Nummos son, obviamente, seres anfibios
procedentes de Sirio. Por lo pronto, su aspecto, tal como lo describe
Ogotemmeli, resulta bastante prometedor:
"Ellos eran de color verde, mitad humano y mitad serpiente. De la
cabeza al lomo ellos eran humanos: por debajo ellos eran serpientes. Sus ojos
rojos estaban ampliamente abiertos como ojos humanos, y sus lenguas estaban
ahorquilladas como las de las serpientes. Sus brazos eran flexibles y no
tenían articulaciones. Sus cuerpos eran verdes y resbalosos por arriba,
brillantes como la superficie del agua, y cubiertos de pelo verde corto, un
presagio de la vegetación y la germinación."Bueno, quizás
pudiera tratarse en verdad de seres extraterrestres, o, al menos, de alguno de
los diosecillos de los mitos de Cthuhu, aunque su carácter "anfibio" no sea
especialmente evidente, pues no se menciona en ningún momento. Lástima que
unos seres tan peculiares no hayan llegado de Emme Ya, sino de la matriz de la
Tierra (Ogotemmeli
dixit), como fruto de la cópula perfecta de Amma con
ésta. Y lástima también que Griaule nos diga, más adelante, que "
Ogotemmeli
usa los términos "Agua" y "Nummo" indiscriminadamente". Y también que
leamos lo siguiente respecto a ellos:
"Ellos son de la esencia de Dios, debido a que fueron hechos de su
semilla [...]Esta fuerza es agua, y el Par está presente en toda agua: ellos
son agua, el agua de los mares, de las costas, de los torrentes, de las
tormentas, y la que bebemos" .Y poco después:
"Sin Nummo -dice él -, no hubiera sido posible crear la tierra,
porque la tierra fue moldeada de barro, y eso es del agua (que es, del Nummo)
que es de donde deriva la vida".Y enseguida:
"La fuerza vital de la tierra es el agua. Dios moldeó la tierra con
agua. La sangre también está hecha de agua. Aun en una piedra está esa fuerza,
para que esté mezclada en todo".¿Qué se deriva de este relato?
¿La visita de unos alienígenas civilizadores procedentes de Sirio? Sospecho
que no. En realidad, este relato mítico lo que parece expresar es la muy
lógica y humana preocupación por
el agua de un pueblo de agricultores
que habita en una región en que las sequías son frecuentes, como ocurre en el
Sahel. Este Nummo no resulta ser otra cosa que la divinización del agua, el
elemento sin el cual la vida y el orden son imposibles, que es la fuerza de
dios y "de su misma esencia".
Luego aparecen los ocho Nummos secundarios, descendientes de la
pareja humana primordial creada por Amma. Ogotemmeli no los describe
íntegramente, pero si nos deja un dato interesante: no nos dice que fueran
anfibios, sino "duales y bisexuales", capaces de fertilizarse a sí mismos "por
una dispensa especial, concedida sólo a ellos". Característica en verdad
extraordinaria, que no ha encontrado eco entre los divulgadores del misterio
de Sirio. Por lo demás, nada en el relato nos hace suponer que su aspecto
fuera tan peculiar como el del Nummo original. La existencia de estos Nummos
transcurre entre diversos incidentes, que incluyen una ida al cielo
(¿abducidos quizás?) y luego el retorno a la tierra, aunque a todo esto Sirio
sigue sin aparecer. Durante la estancia de los Nummos en el cielo nos
encontramos con algo familiar y nos mencionan (¡por fin!) a la famosa
Digitaria. Pero con alguna sorpresa vemos que Ogotemmeli no se refiere a
ninguna estrella invisible y pesada, sino estrictamente al grano de fonio
(Digitaria exilis). Al parecer, Amma les había dado a los ocho Nummos
ocho granos distintos para alimentarse, el último de los cuales fue,
precisamente el fonio, expresamente rechazado "por el primer antepasado cuando
le fue entregado, con el pretexto de que era muy pequeño y difícil de
preparar". Este pequeño grano sería, en última instancia, la causa de que los
ocho ancestros regresaran finalmente a la Tierra, aunque su connotación
astronómica no aparece por ninguna parte.
¿Qué conclusión se puede extraer de todo esto? Lo mínimo que se
puede decir es que si bien siempre se nos presenta a los Dogon como
extrañamente obsesionados por el sistema estelar de Sirio, existe al menos un
caso documentado en que eso no es cierto. Y un caso en verdad muy notable,
pues Ogotemmeli fue quien inició a Griaule en los secretos más profundos de
los Dogon. Y esto podría llevar a considerar la posibilidad de que quizás
(sólo quizás) Sirio no sea tan central en los mitos Dogon como suele asumirse
y se nos quiere hacer creer.
Es incluso probable que Marcel Griaule haya pensado de la misma
forma. Como ya se mencionó, Griaule habla de Sirio en el artículo Un
Système Soudanais de Sirius, pero en Dieu d'eau no dice nada al
respecto. En otra obra, publicada en 1952, titulada Le Savoir des
Dogon, Griaule hace sus dos últimas referencias conocidas respecto a
Sirio, pero sólo en forma de notas al texto. En la primera de esas notas,
Griaule aún parece considerar que el conocimiento sobre Sirio pertenece al más
alto conocimiento de los Dogon; en la segunda, expresa haber hallado
discrepancias respecto al sistema de conocimientos del sacerdote Innekouzou,
que fue quien le reveló el saber secreto acerca de Sirio (estos datos, así
como el nombre del sacerdote responsable del "conocimiento de Sirio", lo he
tomado del artículo de Klaus Richter Das Sirius Rätsel. Was wissen die
Dogon über Sirius A und B?). Después de eso, nada, a pesar de que Griaule
no falleció sino hasta 1956.
Continúe leyendo Los Dogon y el misterio de Sirio - Parte II.
El artículo anterior fue escrito por Javier Garrido B., y publicado en su página
Paraciencias
al día. Agradecemos a su autor el permiso concedido para ser publicado de nuevo en esta página.