No es lo mismo la
temperatura del aire que la de la superficie. En la Luna, al no haber
aire, sólo nos podemos referir a la temperatura de la superficie
lunar. Ésta puede llegar a los 280 grados Fahrenheit (138 ºC).
Sin embargo, eso no significa que los astronautas y sus instrumentos se
encontrasen a esa temperatura, porque ésta depende de las propiedades
de cada objeto. Aquellos objetos que reflejan un mayor porcentaje de
la luz solar, se encuentran a menor temperatura, y viceversa.
Antes de considerar
la radiación absorbida por los astronautas, es conveniente adquirir
una noción básica de la radiación y las unidades
utilizadas para medirla. La unidad utilizada actualmente para cuantificar
la dosis de radiación absorbida es el gray. Sin embargo,
antes se utilizaba el rad (radiation absorbed dose, o
dosis de radiación absorbida). 1 gray equivale a 100 rad.
Uno de los
"líderes" de las ideas conspiracionistas, Bart Sibrel, habló
en el programa de radio estadounidense AM Coast to Coast en
enero de 2003, afirmando: Los astronautas
del transbordador espacial que han volado en órbitas altas (cerca
de los cinturones de radiación de Van Allen) han experimentado
flases de luz con los ojos cerrados, como reacción a la radiación
cósmica. Como los astronautas de las misiones Apollo no hablaron
de ese fenómeno, es evidente que nunca pasaron a través
de los cinturones de radiación. Es decir, los viajes a la Luna nunca
sucedieron.
La poca investigación
que llevan a cabo los partidarios de la conspiración y su ignorancia
sobre las misiones Apollo es asombrosa. Los astronautas de las misiones
Apollo sí experimentaron ese fenómeno. La tripulación
del Apollo 11, primera en alunizar en el satélite, comentó
este hecho durante su viaje de regreso a la Tierra. Las dos últimas misiones a la Luna,
Apollo 16 y 17, realizaron experimentos científicos con placas fotográficas para investigar este
fenómeno (ver Light Flashes Experiment Package).
De hecho, ha quedado publicado en informes realizados por la NASA
a principios de los años setenta. Se pueden consultar las siguientes publicaciones científicas: De esta forma, no sólo queda rebatido una vez más
un argumento de este tipo, sino que además se prueba de nuevo
la veracidad de las misiones Apollo, ya que si la NASA no hubiera mandado astronautas
más allá de los cinturones de radiación de Van Allen,
no habría podido publicar material científico sobre este
fenómeno en aquellas fechas.
Cada misión a la Luna duraba poco más de diez días, y las posibilidades de coincidir en ese
tiempo con una erupción de este tipo eran muy remotas. Sin embargo, una misión tripulada a
Marte podría durar varios años, por lo que tiene pocas posibilidades de evitarlo. Los
astronautas conocían la pequeña posibilidad de este riesgo y lo asumían antes de realizar su
misión. Para minimizar en lo posible el riesgo de coincidencia con un gran evento solar, los
expertos analizaban constantemente el estado del Sol y su superficie, antes del lanzamiento y
durante cada vuelo, dado que la actividad solar es hasta cierto punto predecible.
Tras la presunta misión
lunar, los astronautas estuvieron en larga cuarentena. Posiblemente la
NASA aprovechó entonces para lavarles el cerebro. El
período de cuarentena de los primeros astronautas que pisaron la
Luna fue de 21 días (es decir, tres semanas, un plazo razonable
porque es el tiempo normal de incubación de algunas enfermedades),
durante los cuales los médicos realizaron las pruebas planeadas
para controlar la salud de los astronautas y no se produjo ningún
acontecimiento extraño ni la detección de organismos bacterianos
extraterrestres. En el espacio hay millones
de micrometeoritos viajando a velocidades de incluso 6.000 millas por
hora (unos 10.000 km/h), que al impactar con la nave la reducirían
a trizas. En
realidad, hay bastante más que unos "millones" de pequeños
meteoritos por el espacio, y viajan a velocidades de incluso ¡20.000
millas por hora! (unos 33.000 km/h). Pero, a pesar del gran número
de pequeños meteoritos y de sus altas velocidades, la densidad
de esos objetos en el Sistema Solar es tan baja que la posibilidad de
impacto con las naves o los astronautas es realmente pequeña.
De todas formas, las naves y los trajes espaciales utilizados por los
astronautas tienen una capa de Kevlar, diseñada para frenar estas
partículas tan pequeñas (incluso del tamaño de varias
micras), minimizar los daños de los esporádicos impactos
y proteger así a los astronautas de esta pequeña amenaza. Éste es un argumento muy fácil de rebatir,
sobre todo teniendo en cuenta que cualquiera puede ver cómo los
astronautas descargaban el vehículo lunar de uno de los laterales del módulo.
Efectivamente, el Rover no cabía entero en el módulo
lunar, pero sí plegado. El armazón del vehículo
eléctrico, incluyendo las ruedas, los asientos plegables y los instrumentos
principales, estaba almacenado en uno de los lados del módulo (ver
imagen ap15-KSC-71PC-345),
y los astronautas lo soltaban fácilmente mediante poleas. Una vez
en el suelo, sólo restaba añadirle otros instrumentos, alojados
a su vez en otra zona del módulo lunar. Ver, como muestra, este
vídeo del
ALSJ (8'6 MB), en el que podemos observar a los astronautas practicando
el despliegue del vehículo en la Tierra. También es posible
ver el despliegue del vehículo lunar realizado por los astronautas
del Apollo 15 en la Luna: a15.lrvdep (5 MB),
así como los del resto de misiones que llevaron vehículo,
Apollos 16 y 17 (en la página del ALSJ).
En este vídeo, el paso de los fotogramas se ha acelerado para
permitir observar la operación más rápidamente,
dado que duraba aproximadamente 20 minutos.
El ordenador
del módulo lunar no era mucho más rápido que el procesador
de una calculadora de bolsillo actual, ¿cómo es posible
que consiguiera hacer aterrizar una nave en la Luna, cuando ni siquiera
un ordenador personal de gama baja puede ejecutar rápidamente un
simulador de vuelo lunar?
Hay que recordar que varias sondas no tripuladas alunizaron suavemente en la Luna
mucho antes del Apollo 11. Los soviéticos fueron los primeros en conseguirlo, en febrero
de 1966, con el Luna 9,
seguido en diciembre de ese mismo año por el Luna 13.
La NASA realizó el primer alunizaje de una sonda no tripulada en junio de 1966, con el
Surveyor 1, al que le
siguieron los alunizajes del Surveyor 3,
el Surveyor 5,
el Surveyor 6 y el
Surveyor 7 desde esa fecha
hasta enero de 1968. Las imágenes muestran
claramente que no hay polvo lunar sobre las patas del módulo ¿Cómo
puede ser? Este
argumento parte de la idea de que durante la operación de alunizaje
se formaban grandes nubes de polvo alrededor del módulo, lo que es
completamente incierto. Debido a la ausencia
de atmósfera en la Luna, no se formaba ninguna polvareda, sino
que las finas partículas eyectadas por los gases del módulo
seguían una trayectoria perfectamente parabólica durante
unos segundos hasta caer unos metros más allá. Lo anteriormente
dicho puede comprobarse en cualquiera de los vídeos de los alunizajes
(disponibles en Apollo
Archive). ¿Por qué
el polvo lunar levantado no permanece flotando más tiempo que aquí
en la Tierra? Con toda seguridad, la menor gravedad de la Luna hará
que flote durante mucho más tiempo.
Como ya hemos argumentado, las partículas de polvo no se comportan en el vacío de la misma manera que en la Tierra.
En la Luna, debido a la ausencia de atmósfera, todos los objetos, independientemente de su masa, caen con la misma aceleración,
como se encargó de demostrar el astronauta Dave Scott durante el tercer paseo lunar de la misión Apolo 15 al dejar caer al mismo
tiempo una pluma (llevada ex profeso) y un martillo de geólogo (puede descargar una versión de baja resolución,
0'8 MB, del vídeo del experimento de Scott, o bien una versión de
mayor resolución, 6'4 MB).
La única razón por la que, en la Tierra, una pluma se retrasaría con respecto al martillo es la resistencia del
aire, que afecta especialmente a los objetos ligeros y pequeños. Las imágenes son
todas perfectas, ninguna está cortada o borrosa. Por lo tanto,
fueron preparadas en un estudio. Es decir, todo trucado. Nada
más lejos de la realidad. A pesar de que los astronautas practicaron
durante muchos meses para sacar buenas fotos y vídeos, una parte
de las más de 20.000 fotografías de las misiones Apollo tiene
defectos, ya sean de encuadre, nitidez o sobreexposición (sobre
todo al principio y al final de cada carrete, que suele estar parcialmente
velado). Esto se debe, como es lógico, a las enormes dificultades
que comportaba el hecho de trabajar con un traje espacial presurizado.
De hecho, algunos astronautas dijeron posteriormente que habían
sacado algunas fotos de forma involuntaria al apretar el gatillo de la
cámara sin quererlo. Lo que pasa es que estas imágenes
"defectuosas" no se muestran en las revistas, periódicos o reportajes
sobre las misiones Apollo, que utilizan las imágenes más
famosas, sobre todo. Es necesario echar un vistazo al catálogo
completo, que puede ser encontrado en la página del ALSJ o
en Apollo Archive,
para encontrar este tipo de fotos. Aquí está una pequeña
muestra de algunas de ellas: as12-46-6738, as16-112-18273,
as17-138-21028,
as17-140-21351,
as17-134-20443,
as17-134-20445,
as17-146-22294,
as16-117-18853,
as16-107-17445,
as15-82-11167.
¿Pero por qué lo harían?: La
financiación global del programa Apollo ascendió
a 19.408 millones de dólares (no 30.000); y los que conseguían
el dinero eran las compañías aeronáuticas (como Boeing,
Rocketdyne, Grumman, North Aviation, Lockheed, Douglas, etc.), independientes
de la NASA, y sus trabajadores, tanto empleados como ingenieros (que
diseñaron y construyeron los cohetes, las naves, los vehículos
lunares, los trajes espaciales, las rampas de lanzamiento, etc.), así
como todos aquellos que proporcionaron todos los materiales necesarios. El
programa Apollo se inició muchos años antes de que EEUU
se viera realmente implicado en la guerra
de Vietnam. En julio de 1960, la NASA anunció su intención
de realizar vuelos tripulados a la Luna tras el programa Mercury. Posteriormente,
el 25 de mayo de 1961, durante un discurso del presidente John Fitzgerald
Kennedy, se concretó la idea de llevar a cabo alunizajes tripulados;
casi cuatro años antes de que EEUU entrara en guerra (el primer
desembarco de tropas de combate norteamericanas en Vietnam se produjo en
marzo de 1965). ¿Y
los soviéticos se iban a volver creyéndose el engaño?
Habría sido bastante fácil desacreditar a las misiones
Apollo si hubieran sido falseadas. Si fuera así, el gobierno soviético
habría sido el primero en denunciarlo, mejor que decidir esconder
sus fallidos intentos de llevar una tripulación a la Luna. De
hecho, los soviéticos seguían de forma rutinaria la trayectoria
de los satélites más importantes lanzados por su rival,
y las naves Apollo no fueron una excepción (al igual que hacía
EEUU con los principales satélites soviéticos).
De todas formas, es la FAI
(Federación de Astronáutica Internacional), en la que en
su día estaba representada la Unión Soviética, la
que se encarga de validar oficialmente los récords que tienen lugar
en las misiones espaciales, como hizo (entre otros casos) con el primer
paseo espacial de Leonov. Por supuesto, no hubo ningún problema con
las misiones Apollo, que de hecho ostentan varios récords espaciales. Las
afirmaciones de supuestos 'encuentros' entre extraterrestres
y astronautas en la Luna no se sostienen en ninguna prueba o fundamento,
sino en la más pura especulación. Los doce astronautas que
pisaron la Luna entre 1969 y 1972 no han declarado nada en ese sentido;
es más, han desmentido tales habladurías siempre que han
tenido la oportunidad de hacerlo. La Luna ha sido cartografiada casi en
su totalidad, y está completamente desierta. Además, las
grabaciones de los paseos lunares están disponibles en la página
del ALSJ.
Si lo desea, puede leer una discusión
más amplia de este tema.
¿Por
qué no se facilitan imágenes de telescopios que comprueben
definitivamente que los alunizajes fueron reales?
Por otra parte, esta temperatura máxima sólo se alcanza
durante el mediodía lunar (el día lunar dura unos 14 días
terrestres). Durante las misiones Apollo, no se alcanzaron temperaturas
tan altas, ya que los vuelos a la Luna se programaron de tal manera que,
al realizar cada alunizaje, el Sol no se encontraba muy alto en el horizonte
(aproximadamente un día después de haber amanecido en la
zona del alunizaje), por lo que las temperaturas eran, en realidad, relativamente
moderadas, incluso después de haber pasado en la superficie tres
días terrestres (el tiempo máximo que permanecieron las últimas
misiones en la Luna).
Adicionalmente, las cámaras utilizadas en la superficie
(Hasselblad 500EL Data Cameras) estaban dotadas de finas capas
de plata, tanto en el exterior como en los cargadores interiores, que
reflejaban parte de la luz recibida, y el celuloide de las cámaras
se mantenía en cargadores herméticos sin aire, que permitían
un aislamiento casi total frente al calor y proporcionaban protección
contra las variaciones de temperatura, permitiendo una temperatura interna
más uniforme. Así, la película era protegida
eficientemente del calor producido por la luz solar. De hecho, se mantenía
a una temperatura de entre 50 y 100 Fahrenheit (entre 10 y 38 ºC).
Si quiere, puede leer más sobre las características de las cámaras utilizadas
en la Luna.
También es interesante el libro electrónico Photography Equipment and Techniques: A Survey of NASA
Developments.
Los cinturones
de Van Allen fueron descubiertos por primera vez por el satélite
Explorer 1, el primero lanzado por Estados Unidos (el 31
de enero de 1958). Este satélite fue diseñado por un grupo
de científicos liderados por James Van Allen, de ahí el nombre.
Estas regiones se crean como consecuencia de la interacción del
viento solar (el flujo de protones y electrones proveniente del Sol) con
el campo magnético de la Tierra, que retiene una gran cantidad de
partículas cargadas y radiación en esa zona. Estos cinturones
de radiación se extienden desde unos 1.000 kilómetros hasta
más de 65.000 kilómetros de altura sobre la Tierra, alcanzando
el máximo de radiación en torno a los 3.200 y 20.000 kilómetros.
La NASA conocía perfectamente los peligros derivados de
la existencia de este cinturón de radiación. De hecho,
llevó a cabo experimentos previos a las misiones Apollo para investigar
su naturaleza. Por ejemplo, los astronautas de la misión Gémini
10 sobrevolaron la zona conocida como Anomalía Magnética
del Atlántico Sur (Southern Atlantic Magnetic Anomaly,
SAMA), una especie de prolongación a menor altura y de menor intensidad
de los cinturones de Van Allen.
El efecto biológico de la radiación depende de la región
del cuerpo que haya sido expuesta, así como del tipo de radiación.
Debido a esto, el gray se modifica mediante los conceptos llamados factor de
ponderación tisular (wT) y factor
de ponderación de la energía (wR). El resultado
es una nueva unidad llamada Sievert (Sv), que equivale a 100 rem (roentgen
equivalent for man, o equivalente roentgen para el hombre), unidad semejante antiguamente utilizada.
El tiempo de exposición de cada nave Apollo a la radiación
de los cinturones de Van Allen fue relativamente breve (unas cuatro horas
por misión, aproximadamente), ya que empezaban a pasar por esta
zona a una velocidad de unos 40.000 km/h. Cada nave Apollo pasó por
ellos dos veces, una de ida y otra de vuelta. En total, los astronautas
pasaron menos de una hora en la parte más densa del cinturón
de radiación, y estaban bien protegidos en su nave espacial, ya que
el principal peligro de los cinturones de Van Allen lo constituyen los
protones y electrones de alta energía, contra los que es relativamente
fácil protegerse (el casco de la nave y los cristales de las ventanas
son suficientes para frenarlos). Para ello no se necesita estar recubierto
de varios metros de metal pesado. El plomo sirve para frenar la radiación
proveniente de partículas cargadas (el caso de los cinturones de
Van Allen), pero no es el método ideal para hacerlo. Por ejemplo,
actualmente se usa una fina capa de polietileno en las naves espaciales para
realizar esta tarea.
Otro dato a tener en cuenta es que la trayectoria seguida por las
naves Apollo no atravesaba la peor zona de los cinturones en ningún
momento. Esto se debía a que, para alcanzar la Luna, la órbita
debía estar inclinada en torno a 30º respecto del Ecuador
terrestre (la inclinación exacta variaba para cada misión),
por lo que la nave sólo pasaba por la parte superior de los cinturones
(que, como se puede observar en la imagen superior, sólo están
presentes unos 40º por encima y por debajo del Ecuador). Esto minimizaba
aún más si cabe la dosis recibida en la nave.
En la tabla adjunta podemos ver los niveles de radiación recibidos
por la tripulación de cada misión, expresados en rads (como
ya hemos dicho, la unidad antiguamente utilizada para cuantificar las
dosis recibidas en la piel de cada persona). Estos datos procedían
de los dosímetros para medir la radiación absorbida que
todos los astronautas llevaban en su cuerpo durante el vuelo. Además
de ello, la nave llevaba sensores en el interior y en el exterior para
medir la radiación.
Como se puede ver, la dosis de radiación recibida por los
astronautas durante cada vuelo no es muy severa. La exposición
más alta es la del Apollo 14, cuya dosis es equivalente, para un viaje de
ida y vuelta a la Luna, a aproximadamente 28'5 mSv (2'85 rem). Los estándares de seguridad actuales establecen un
límite de dosis efectiva para el público de 1 mSv (0,1 rem)
al año; mientras que para los trabajadores profesionalmente expuestos,
el límite de dosis efectiva es de 100 mSv (10 rem) acumulados durante
un período de 5 años consecutivos (un promedio de 20 mSv al
año, o bien 2 rem al año) con una dosis efectiva máxima
de 50 mSv (5 rem) en cualquier año oficial. Por otro lado, el límite
de dosis en la piel para los trabajadores profesionalmente expuestos es de
500 mSv (50 rem) al año, ponderados sobre cualquier superficie de
1 centímetro cuadrado. La dosis letal 50/60 (aquella dosis que mata
al 50% de la población expuesta al cabo de 60 días de la exposición)
suele estar entre 3 y 5 Sv (de 300 a 500 rem). La muerte a corto plazo debido
a la radiación no se debe a cánceres, que son efectos a largo
plazo (años) o a alteraciones genéticas (que se transmiten
a la descendencia) sino a fallos orgánicos o sistémicos debidos
a muerte celular y otros fenómenos.
Para profundizar más acerca de los estándares de seguridad sobre radiación en España se puede consultar el
Real Decreto 783/2001,
que establece el reglamento sobre protección sanitaria contra radiaciones ionizantes.
Por último, es imposible dejar de mencionar que el mismo
James Van Allen ha comentado que la idea de que la radiación
de los cinturones que llevan su nombre fuera mortal para los astronautas
de los vuelos lunares Apollo es un ejemplo más de las tonterías
de aquellos que niegan la llegada del ser humano a la Luna.
En las siguientes páginas, todas ellas en inglés, encontrará
información básica sobre la radiación y sus efectos,
y una completa descripción del ambiente de radiación y
los efectos psicológicos en los astronautas del programa Apollo:
Radiation
& Health Information (Información sobre radiación
y salud),
The Van Allen Belts and Travel to the Moon (Los
cinturones de Van Allen y los viajes a la Luna) y
Radiation
Plan for the Apollo Lunar Mission (Plan sobre radiación
para las misiones lunares Apollo).
El mismo procedimiento de cuarentena, con muy pequeñas variaciones,
fue seguido por las tripulaciones del Apollo 12 y 14 (la misión
Apollo 13 no tuvo cuarentena, ya que no pisó la Luna). Dado que
hasta entonces no se había detectado ninguna anomalía, la
NASA decidió suprimir la cuarentena para los astronautas de los
vuelos posteriores (Apollos 15, 16 y 17).
Puede leer una completa descripción del proceso en The
Lunar Quarantine Program.
De todas formas, decenas de naves espaciales no tripuladas han
pasado por la misma zona que las naves Apollo, en su viaje a órbitas
altas o a otros planetas, y no han sufrido daño alguno.
En realidad, la mayor parte de
la capacidad de procesamiento necesaria para ejecutar un simulador de vuelo
lunar se emplea en calcular las texturas y gráficos de la superficie
lunar y de la nave, no los datos del vuelo en sí. Afortunadamente,
el ordenador del módulo lunar sólo tenía
que guiar de forma precisa el módulo, no calcular y mostrar texturas.
Aunque era lento, se trataba de tecnología punta para la
época y fue uno de los primeros en utilizar circuitos integrados;
disponía de un sistema operativo muy robusto, capaz de ejecutar las
tareas imprescindibles para el éxito del vuelo incluso aunque sucedieran
fallos secundarios.
La historia del desarrollo de la electrónica en la década
de 1960 y la construcción de los ordenadores que volaron a bordo
de las naves Apollo está documentada en el libro Journey to
the Moon: The History of the Apollo Guidance Computer, de Eldon C.
Hall (American Institute of Aeronautics and Astronautics; Reston, 1996).
Puede leer detallada información sobre el ordenador del módulo
lunar en The Apollo On-board Computers o en Computer
Technology.
El motor del módulo empujaba al polvo circundante hacia abajo
y hacia los lados, y éste se movía sólo hacia los
lados (ya que no puede ir más abajo). No puede mantenerse flotando
ni volver hacia atrás, como ocurriría en un ambiente con aire,
sino sólo ser expulsado hacia afuera. Recordemos que el único
motivo por el que existen nubes de polvo en la Tierra es porque el aire
existente las transporta, contrarrestando momentáneamente la acción
de la gravedad.
De todas formas, la tobera del motor se encuentra muy
cerca de la superficie (como se observa en la fotografía as17-140-21370)
y por ello es aún más difícil que el polvo expulsado
llegue a posarse sobre ellas (ya que, como hemos dicho, no se forma ninguna
nube de polvo alrededor). Por ello, sólo hay pequeñas muestras
de polvo en la base de las patas (como muestran, entre otras, las fotografías
as16-107-17441
y as16-107-17442),
posiblemente depositado allí por el movimiento de los astronautas
alrededor de las patas del módulo.
Por ello, y a pesar de que la gravedad lunar es seis veces menor, las partículas de polvo caen más rápidamente que en la Tierra,
debido a que el efecto de falta de aire es considerablemente más importante que la menor gravedad.
De todas formas, el polvo en la Luna cae más despacio que una roca en la Tierra, dada la menor gravedad existente
en nuestro satélite. Este hecho se convierte así en una
prueba de la veracidad de los alunizajes, ya que es literalmente imposible
reproducir en la Tierra este comportamiento lunar. Si se hace el vacío
en un gran escenario en la Tierra, el polvo caería mucho más
rápidamente que en los vídeos lunares, más o menos
a la misma velocidad que una roca cayendo en la Tierra (dado que el frenado
del aire es prácticamente despreciable en objetos de suficiente
masa). Sin embargo, en los vídeos de los paseos lunares de las
misiones Apollo, el polvo se comporta como lo debería hacer en ausencia
de aire y con baja gravedad. Sin modernos efectos especiales es imposible
trucar este comportamiento lunar.
Cuatro posibles razones por las que la NASA falsearía un viaje
a la Luna:
DINERO - La NASA juntó 30.000 millones de dólares intentando
llegar a la Luna. Eso significa que alguien está consiguiendo
mucho dinero para su propio interés.
La exploración espacial tiene un efecto positivo para las economías
nacionales: se calcula que por cada dólar invertido en el espacio
se consiguen 7 dólares en aumento del empleo (unas 400.000 personas
trabajaron, en un momento o en otro, para el proyecto Apollo) y en
productos derivados, como circuitos integrados de alta tecnología
(que desembocaron finalmente en el ordenador que está usando para
leer esta página), miniaturización de componentes, material
de investigación para la ciencia, etc. La mayoría de estos
avances se hubieran conseguido de igual manera pero, muy probablemente,
su uso en el programa espacial aceleró en gran medida su desarrollo.
Por otra parte, los planes de finalización del programa Apollo
ya estaban casi completados cuando se llegó a la Luna por primera
vez, en 1969, varios años antes de que se vislumbrara todavía
el fin de la guerra de Vietnam. La primera exploración de nuestro
satélite no tuvo lugar de forma abrupta. En principio, se planeó
hasta el vuelo del Apollo
20, pero esta última misión fue cancelada en enero
de 1970. Después del accidente del Apollo 13, se anularon las misiones
Apollo 18 y Apollo
19, debido principalmente a los drásticos recortes en el
presupuesto de la NASA, al temor a nuevos accidentes y a la acumulación
de suficiente material lunar para investigación, convirtiendo
a la misión Apollo 17 en el último viaje a la Luna durante
el siglo XX, en diciembre de 1972. Las conversaciones para la desescalada
del conflicto de Vietnam tuvieron lugar a principios de 1973, produciéndose
la retirada paulatina de tropas durante los meses siguientes.
Sin embargo, los vuelos espaciales de Estados Unidos no terminaron
tras el programa Apollo: en mayo de 1973 fue lanzado el laboratorio
espacial Skylab, y días después su primera tripulación.
Fue seguida por dos tripulaciones más hasta principios de 1974.
En julio de 1975 se realizó la misión ASTP, que consistió
en la unión en órbita de una nave Apollo con otra Soyuz,
de la URSS. Después, la NASA se centró en el desarrollo
de una nave reutilizable, el transbordador espacial, que volaría
por primera vez en 1981.
Los logros iniciales de la URSS fueron excelentes pero, en general,
la tecnología espacial soviética fue superada a partir de
1965 por la norteamericana, que prosperó gracias al fuerte
impulso económico que EEUU dio a la NASA.
Las causas del fracaso del programa lunar tripulado soviético son
diversas y complejas, y están tratadas con más profundidad
(y por los propios protagonistas) en la excelente página Why
did the Soviet Union lose the Moon Race?, pero cabe mencionar
la tardanza en el comienzo del programa (los dirigentes comunistas dieron
su visto bueno al proyecto en agosto de 1964, tres años después
que la NASA). Además, la falta de una financiación adecuada
y la peculiar forma de administración del proyecto realizada por
el estado comunista lo afectaron gravemente.
En el aspecto técnico, la muerte de Sergei Korolev, el ingeniero
jefe del programa espacial soviético, en enero de 1966, supuso
importantes retrasos. La construcción del cohete lunar
N1 (el equivalente soviético al Saturn V de la NASA) estuvo
plagada de incidentes y cambios de diseño: el primero de ellos
estalló en febrero de 1969, pocos segundos después del lanzamiento,
y los tres vuelos no tripulados de prueba realizados durante los siguientes
cuatro años acabaron en fiasco. Por ello, a partir de 1973, la
URSS decidió centrarse en el lanzamiento alrededor de la Tierra
de las diferentes estaciones orbitales Salyut (mediante cohetes previamente
diseñados y fiables, que no tenían la suficiente potencia
para llevar una tripulación a la Luna), terreno en el que tomaron
ventaja sobre EEUU durante más de dos décadas.
En la gráfica de la izquierda se puede observar la evolución
del presupuesto de la NASA en relación al presupuesto global de
EEUU. Durante la primera mitad de la década de 1960, el presupuesto
de la NASA alcanzó su máximo (con motivo del desarrollo
del cohete Saturn y la nave Apollo), llegando a suponer más del 4% del presupuesto global del gobierno federal de Estados Unidos. Sin embargo, a principios de la década
de 1970 sufrió un considerable descenso que, de hecho, obligó
a la NASA a suspender las misiones lunares Apollo 18, 19 y 20, planeadas en principio.
A pesar de ello, como ya hemos comentado, los vuelos espaciales continuaron:
el programa Apollo fue seguido por el menos costoso (pero no
menos ambicioso) laboratorio espacial Skylab, en órbita
terrestre, y la misión conjunta soviético-estadounidense ASTP. Las dificultades económicas
continuaron, y la NASA se vio obligada a dejar en tierra la estación
Skylab B por falta de dinero para el lanzamiento
y el posterior mantenimiento de las tripulaciones en órbita terrestre.
Desde entonces, dedicó la mayor parte de su relativamente
mermado presupuesto al desarrollo de una nave reutilizable, el transbordador
espacial, que voló por primera vez en 1981.
Es necesario tener en cuenta que, desde el alunizaje del Apollo
11 en julio de 1969, el interés de la opinión pública
norteamericana en los viajes a la Luna había decaído en
gran medida. Aunque pueda parecer sorprendente, la última misión
(Apollo 17),
sin duda la más próspera desde el punto de vista científico,
casi no recibió atención mediática en comparación
con el primer alunizaje.
No tendría sentido repetir de nuevo las misiones Apollo como tales, ya
que parte de las tareas que realizaron los astronautas en aquella época
pueden ser actualmente realizadas por sondas automáticas de menor
coste, y el próximo objetivo en la conquista de la Luna es una
presencia humana permanente, y no de varios días, como era el caso
del programa Apollo. Actualmente, Estados Unidos ha puesto en marcha el protecto Constellation para volver a llevar tripulaciones a la Luna en torno al año 2019,
preliminarmente incluyendo estancias largas en una base lunar, lo que requerirá la jubilación de la actual flota de transbordadores y un considerable aumento de su presupuesto espacial.
Por otra parte, nótese en el gráfico la inyección
económica con motivo del accidente del transbordador Challenger,
en 1986.
Entre los telescopios terrestres, ni siquiera el telescopio espacial Hubble (el
mejor en luz visible situado en órbita terrestre) puede observar los
instrumentos dejados en la superficie de la Luna por los astronautas. Para
demostrar esto se necesita aplicar un poco de trigonometría básica.
El ancho del módulo de descenso del LM (que permanecía
en la superficie lunar tras el despegue de regreso) no supera los 10 metros,
y la distancia mínima entre la Tierra y la Luna es de unos 356.000
kilómetros:
Hasta 2009, sólo existían imágenes de los módulos lunares en la
superficie fotografiados desde la órbita lunar por los respectivos módulos de comando (CSM) de las diferentes misiones Apollo. Y la sonda no tripulada Clementine, que orbitó
alrededor de la Luna en 1994, detectó alteraciones exactamente en el lugar de alunizaje del Apollo 15, en la región Hadley-Apennine.
En julio de 2009, la sonda de la NASA Lunar Reconnaissance Orbiter envió fotografías de las zonas de alunizaje de los módulos Apollo, siendo la primera nave no tripulada con suficiente resolución para conseguirlo. En ellas,
se puede apreciar la alargada sombra que proyectan los módulos lunares sobre la superficie.
Se espera que, cuando la sonda LRO alcance su altura de trabajo definitiva sobre la Luna, las futuras fotografías tengan una resolución entre dos y tres veces mayor que las conseguidas actualmente:
Conclusión: Francamente,
no encuentro ningún argumento convincente en las ideas
de este grupo de gente, que adolece de una falta impresionante de visión
crítica y rigor a la hora de analizar hechos. Sólo encuentro
"pruebas" equivocadas que ni por asomo demuestran que los alunizajes fueron
un montaje. Creo que la coherencia de todas las pruebas disponibles es
demasiada como para poner en duda los alunizajes en la Luna durante el
programa Apollo. Los
argumentos y "pruebas" de los partidarios del montaje presentados aquí
en color azul son muy similares (de hecho, las imágenes, incluyendo
las anotaciones sobre ellas, son completamente idénticas) en casi
todas las publicaciones que apoyan esa teoría. La desacreditación
realizada en esta página, por lo tanto, está dirigida a cualquiera
de esos documentos con argumentos semejantes. Lo mejor sería que consultara las pruebas usted
mismo, más que confiar en las interpretaciones sesgadas de los traficantes
de misterios y conspiraciones, y también es aconsejable observar las fotografías
originales, de mucha mayor calidad que las reproducidas penosamente por
los partidarios del montaje, mostradas anteriormente. Ver, por ejemplo,
los excelentes sitios Apollo Lunar Surface Journal, Apollo Archive
o Apollo Image Atlas (LPI) para poder contemplar la colección
completa (y en alta resolución) de las más de 20.000 imágenes
tomadas durante los viajes a la Luna, así como todos los vídeos
grabados durante las exploraciones lunares. Si sigue interesado, puede leer la última sección de esta página: ¿Existen pruebas
de la veracidad de las misiones lunares?. En
español: Enlaces imprescindibles (en inglés): Otros enlaces recomendados: Otros idiomas:
La imagen anterior no está a escala. Puede hacerse una buena idea de la distancia real entre la
Tierra y la Luna, y sus respectivos tamaños, con esta otra imagen:
Por tanto, el ángulo visual, q, que abarca el módulo de descenso, visto
desde órbita terrestre, es:
tan q = 10 m / 3'56x108 m; q = 1'61x10-6 grados = 0º 0' 0.0058",
es decir, unas 6 milésimas de segundos de arco (un segundo
de arco es la sexagésima parte de un minuto, que a su vez es la
sexagésima parte de un grado). La cámara WFPC2 instalada en
el Hubble tiene una resolución de 800x800 pixels
con un campo de visión de 35 segundos de arco. Cada uno de los pixels
tiene un ángulo visual mínimo de unas 46 milésimas
de segundos de arco. Es decir, la parte inferior del módulo lunar
debería ser al menos diez veces más grande para quedar reflejada
en una imagen del telescopio Hubble como un simple puntito.
Puede ver imágenes de la Luna tomadas por el Hubble en
esta página.
Otros telescopios situados en tierra, utilizando técnicas de óptica adaptativa para disminuir la pérdida
de nitidez debida a la atmósfera terrestre, consiguen resultados similares a los del Hubble: el
Very Large Telescope (VLT) europeo ha fotografiado la Luna con una resolución de 0'07 segundos de
arco, lo que permite observar detalles en la superficie lunar de al menos 130 metros de ancho.
En la imagen del lugar de alunizaje del Apollo 14, incluso se pueden apreciar las huellas dejadas por los astronautas en su travesía (el polvo que éstos levantaban al caminar iba dejando una senda con un color característico más oscuro que el resto de la superficie), así como el conjunto de instrumentos científicos que instalaba cada misión cerca del módulo lunar, llamado Apollo Lunar Surface Experiment Package (ALSEP):
A
continuación puede visitar otras páginas similares a ésta
(la mayoría en inglés), en las que encontrará más
información: