Los astronautas trajeron de vuelta unos 382 kilogramos de rocas lunares y muestras de la
superficie y del subsuelo. El origen lunar de esas rocas, en su mayoría basaltos y anortositas, está fuera de toda duda, ya que han
sido analizadas por geólogos de decenas de instituciones científicas de todo el mundo. Las características únicas de estas rocas son fascinantes, y no pueden ser
reproducidas artificialmente en la Tierra, al haber sido sometidas durante miles de millones de años al
bombardeo constante de micrometeoritos, la falta de atmósfera y el viento solar, lo que les confiere una
composición y estructura extraordinarias. Una de las rocas recogidas por la misión Apollo 15, por ejemplo, una anortosita apodada 'Genesis Rock', es una de las más antiguas recogidas en la Luna: tiene unos 4.250 millones de años, la misma edad que la Luna.
Una recolección de rocas sistemática difícilmente pudo haber sido realizada por sondas no tripuladas, ya que pertenecen a seis lugares de la Luna distintos, y su verdadera recogida fue documentada por los astronautas. De hecho, las únicas misiones sin tripulación que han conseguido realizar esta tarea han sido las sondas soviéticas Luna 16, 20 y 24 (en 1970, 1972 y 1976, respectivamente). Entre las tres naves automáticas sólo consiguieron la exigua cantidad de 300 gramos de polvo lunar, que fueron a parar a la URSS.
Puede encontrar más información, en inglés, sobre las rocas lunares en:
Rocks and Soils from the Moon,
How Do We Know That It's a Rock From the Moon?.
Seguimiento telescópico de las misiones Apollo:
Observar satélites a simple vista o mediante telescopios es un entretenimiento cada vez más popular entre los aficionados a la astronomía, pero ya lo era en los años sesenta. Los viajes a la Luna eran, obviamente, un evento público, y por tanto era posible observar cada nave Apollo en su trayectoria de ida y vuelta a la Luna. Dado que la órbita de cada nave espacial y su trayectoria a lo largo del cielo eran conocidas (fueron publicadas en la prensa de la época), existe una gran cantidad de evidencia fotográfica proveniente de observadores independientes, que documenta de forma inequívoca el recorrido de cada viaje lunar. En su página Telescopic Tracking of the Apollo Lunar Missions, Bill Keel ha recopilado una buena cantidad de imágenes tomadas por observatorios y aficionados durante los viajes de las misiones lunares, y la Wikipedia inglesa también contiene un recuento de las observaciones independientes realizadas en la época.
Espejos-láser:
Los astronautas de diferentes vuelos a la Luna (en concreto, las misiones Apollo 11, 14 y 15) instalaron en cada lugar de alunizaje un experimento llamado Laser Ranging Retroreflector (LRRR), que consistía en espejos especiales que han permitido, dirigiendo desde observatorios en la Tierra un potente rayo láser que rebote en ellos, establecer con extraordinaria precisión la distancia entre la Tierra y la Luna en cada momento (midiendo el tiempo que tarda el haz de láser en regresar). Varias instituciones independientes de la NASA, como el McDonald Observatory Laser Ranging Station (cerca de Ft. Davis, Texas) y el observatorio de Cote d'Azur (cerca de Grasse, Francia), realizan esta actividad de forma periódica. También han participado, en un momento o en otro, observatorios de Hawai, California, Australia y Alemania. Gracias a este experimento, actualmente sabemos que la Luna se aleja aproximadamente una media de 4 centímetros cada año de la Tierra. También nos permite conocer con gran exactitud la masa y la órbita de la Luna, así como las variaciones en su rotación.
Más información sobre el experimento LRRR:
http://www.myspacemuseum.com/LRRR.htm,
http://www.lpi.usra.edu/expmoon/Apollo11/A11_Experiments_LRRR.html.
Restos en órbita y en la superficie lunar:
Algunas de las etapas del cohete Saturn V utilizado en las misiones Apollo siguen en órbita, y han sido observadas y fotografiadas por diversos observatorios y astrónomos aficionados. Por ejemplo, la etapa S-IVB (de 18 metros de largo) del Apollo 12, lanzado el 14 de noviembre de 1969, fue colocada tras su uso en una órbita solar pero, tras 33 años, su órbita volvió a coincidir con la de la Tierra, y quedó de nuevo atrapada en una órbita errática en torno a nuestro planeta. Los astrónomos la localizaron en septiembre de 2002 (bautizándola provisionalmente como J002E3).
Las primeras sospechas, dadas sus características de brillo y su órbita, indicaban que se trataba de un resto de cohete o nave espacial. Esto último fue confirmado días más tarde mediante el análisis de la luz que reflejaba, para determinar su composición química. Se descubrió que sus propiedades espectrales correspondían con las de un objeto recubierto con pintura de óxido de titanio, la misma que se utilizaba en las etapas superiores de los cohetes de las misiones Apollo. Puede encontrar más información sobre este evento en:
http://www.el-mundo.es/elmundo/2002/09/13/ciencia/1031919492.html,
http://spaceguard.esa.int/tumblingstone/issues/num17/esp/apollo.htm y
http://neo.jpl.nasa.gov/news/news135.html.
Vigilancia de los países comunistas:
La Unión Soviética, China, Alemania Oriental (adversarios de Estados Unidos por aquel entonces), Alemania Occidental, Reino Unido y otros países siguieron mediante sus radiotelescopios el desarrollo de las misiones Apollo, y en ningún momento denunciaron anomalía alguna. Aunque indirecto, es sin duda un indicio bastante convincente de que no se produjo ninguna conspiración en los viajes a nuestro satélite, dada la enorme rivalidad existente en la época de la guerra fría, y el deseo de los soviéticos de llegar a la Luna antes que los norteamericanos.
Radioaficionados:
Muchos radioaficionados pudieron seguir en directo las conversaciones entre los astronautas y el control de la misión, mediante su propio aparato. Para ello, debían apuntar su antena (que debía tener, al menos, tres metros de diámetro) de forma exacta al lugar del cielo en el que se encontraba la nave espacial, que emitía en una frecuencia cercana a los 2270 Mhz (banda S de UHF). Como ejemplo, se puede leer el relato del radioaficionado Sven Grahn sobre su seguimiento del Apollo 17 mediante este método, en 1972.
El experimento de la pluma y el martillo:
En los vídeos de los paseos lunares de las misiones Apollo, el polvo lunar, los astronautas y sus instrumentos se comportan tal y como lo deberían hacer en ausencia de aire y con baja gravedad (la gravedad lunar es aproximadamente un sexto de la terrestre). Si se hace el vacío en un gran escenario en la Tierra, el polvo caería mucho más rápidamente que en los vídeos lunares, más o menos a la misma velocidad que una roca cayendo en la Tierra.
El astronauta Dave Scott, durante el tercer paseo lunar de la misión Apollo 15, pudo comprobar in situ la teoría de Galileo, al dejar caer al mismo tiempo una pluma y un martillo de geólogo (puede descargar una versión de baja resolución, 0'8 MB, del vídeo del experimento de Scott, o bien una versión de mayor resolución, 6'4 MB). Ambos objetos golpean contra el suelo lunar al mismo tiempo y con la velocidad correspondiente a la baja gravedad lunar. La única razón por la que, en la Tierra, una pluma se retrasaría con respecto al martillo es la resistencia del aire.
También es notorio el comportamiento del polvo lunar, impulsado por las ruedas del vehículo Rover al desplazarse por la superficie; no sólo no se forma una polvareda (como ocurriría en un ambiente terrestre), sino que las partículas eyectadas siguen una trayectoria parabólica perfecta, lo que prueba que se encontraban en un ambiente sin aire y con baja gravedad. Hay muchos más ejemplos de este tipo, y, sin modernos efectos especiales, es literalmente imposible reproducir en la Tierra este comportamiento lunar.
Exhaustiva documentación de los paseos lunares:
Las actividades realizadas por los astronautas durante las exploraciones lunares están documentadas en la página del Apollo Lunar Surface Journal (ALSJ). En ella está disponible la colección entera de vídeos grabados en la superficie, que cubren por completo los paseos lunares, y los diálogos completos mantenidos entre los astronautas y la NASA durante los diferentes vuelos lunares. También es posible consultar en la página del ALSJ la extensa colección de fotografías realizadas por los astronautas de las once misiones tripuladas del programa Apollo durante sus vuelos (ver también Apollo Archive o Apollo Image Atlas (LPI)); la mayor parte de ellas fueron tomadas en la superficie de la Luna. Todas han sido analizadas por miles de científicos y geólogos de diferentes países, que garantizan su veracidad y su utilidad científica.
Esta página también incluye una completa descripción científica del entorno de cada lugar de alunizaje, incluyendo la reseña de los elementos geológicos (rocas, cráteres, montañas, etc.) hallados por los astronautas durante sus excursiones por la superficie. Además de lo anteriormente mencionado, la página del ALSJ dispone de mucha más información sobre los vuelos Apollo, completamente accesible de forma gratuita.
Experimentos científicos realizados:
Durante las misiones Apollo, los astronautas realizaron decenas de experimentos, tanto en la nave como en la superficie lunar, que nos han permitido obtener una visión mucho más completa de la Luna y nuestro entorno espacial. Los ALSEP (las estaciones científicas colocadas por los astronautas en cada lugar de alunizaje, llamadas Apollo Lunar Surface Experiments Package, compuestas por sismómetros y otros aparatos) siguieron enviando datos por radio hasta 1977, cuando se decidió apagarlos debido a recortes en el presupuesto. La información y los datos obtenidos gracias a este proyecto fueron, y son, de gran utilidad para el avance de las ciencias planetarias, y están completamente disponibles para los científicos.
Otros indicios:
- Decenas de miles de personas contemplaron en directo los diferentes despegues y amerizajes de las misiones Apollo, así como la ignición del motor de la tercera etapa del Apollo 8 (S-IVB) en la inserción orbital hacia la Luna, realizada sobre el cielo de Hawai el 21 de diciembre de 1968.
- La mayoría de las miles de personas de la MSFN (Manned Space Flight Network, o Red de Vuelos Espaciales Tripulados), la organización encargada de recibir la telemetría de las naves Apollo por todo el mundo para el control de la misión en Houston, no eran norteamericanos ni formaban parte de la NASA, por lo que raramente formaron parte de alguna conspiración.
- Existen centenares de libros serios y rigurosos (en Internet hay decenas de libros gratuitos) que explican de forma exhaustiva, detallada e ilustrada la historia del programa Apollo y el desarrollo de los componentes utilizados en él, desde principios de los años 60, así como la historia de la carrera espacial. También hay excelentes páginas en la Red. Ver, por ejemplo, The Apollo Program (1963-1972), que contiene gran cantidad de enlaces.
- La experiencia obtenida por la NASA durante el desarrollo del cohete Saturn y los vuelos Apollo fue fundamental para el desarrollo de la estación espacial Skylab y del transbordador espacial norteamericano.
Una recolección de rocas sistemática difícilmente pudo haber sido realizada por sondas no tripuladas, ya que pertenecen a seis lugares de la Luna distintos, y su verdadera recogida fue documentada por los astronautas. De hecho, las únicas misiones sin tripulación que han conseguido realizar esta tarea han sido las sondas soviéticas Luna 16, 20 y 24 (en 1970, 1972 y 1976, respectivamente). Entre las tres naves automáticas sólo consiguieron la exigua cantidad de 300 gramos de polvo lunar, que fueron a parar a la URSS.
Puede encontrar más información, en inglés, sobre las rocas lunares en:
Rocks and Soils from the Moon,
How Do We Know That It's a Rock From the Moon?.
Observar satélites a simple vista o mediante telescopios es un entretenimiento cada vez más popular entre los aficionados a la astronomía, pero ya lo era en los años sesenta. Los viajes a la Luna eran, obviamente, un evento público, y por tanto era posible observar cada nave Apollo en su trayectoria de ida y vuelta a la Luna. Dado que la órbita de cada nave espacial y su trayectoria a lo largo del cielo eran conocidas (fueron publicadas en la prensa de la época), existe una gran cantidad de evidencia fotográfica proveniente de observadores independientes, que documenta de forma inequívoca el recorrido de cada viaje lunar. En su página Telescopic Tracking of the Apollo Lunar Missions, Bill Keel ha recopilado una buena cantidad de imágenes tomadas por observatorios y aficionados durante los viajes de las misiones lunares, y la Wikipedia inglesa también contiene un recuento de las observaciones independientes realizadas en la época.
Los astronautas de diferentes vuelos a la Luna (en concreto, las misiones Apollo 11, 14 y 15) instalaron en cada lugar de alunizaje un experimento llamado Laser Ranging Retroreflector (LRRR), que consistía en espejos especiales que han permitido, dirigiendo desde observatorios en la Tierra un potente rayo láser que rebote en ellos, establecer con extraordinaria precisión la distancia entre la Tierra y la Luna en cada momento (midiendo el tiempo que tarda el haz de láser en regresar). Varias instituciones independientes de la NASA, como el McDonald Observatory Laser Ranging Station (cerca de Ft. Davis, Texas) y el observatorio de Cote d'Azur (cerca de Grasse, Francia), realizan esta actividad de forma periódica. También han participado, en un momento o en otro, observatorios de Hawai, California, Australia y Alemania. Gracias a este experimento, actualmente sabemos que la Luna se aleja aproximadamente una media de 4 centímetros cada año de la Tierra. También nos permite conocer con gran exactitud la masa y la órbita de la Luna, así como las variaciones en su rotación.
Más información sobre el experimento LRRR:
http://www.myspacemuseum.com/LRRR.htm,
http://www.lpi.usra.edu/expmoon/Apollo11/A11_Experiments_LRRR.html.
Algunas de las etapas del cohete Saturn V utilizado en las misiones Apollo siguen en órbita, y han sido observadas y fotografiadas por diversos observatorios y astrónomos aficionados. Por ejemplo, la etapa S-IVB (de 18 metros de largo) del Apollo 12, lanzado el 14 de noviembre de 1969, fue colocada tras su uso en una órbita solar pero, tras 33 años, su órbita volvió a coincidir con la de la Tierra, y quedó de nuevo atrapada en una órbita errática en torno a nuestro planeta. Los astrónomos la localizaron en septiembre de 2002 (bautizándola provisionalmente como J002E3).
Las primeras sospechas, dadas sus características de brillo y su órbita, indicaban que se trataba de un resto de cohete o nave espacial. Esto último fue confirmado días más tarde mediante el análisis de la luz que reflejaba, para determinar su composición química. Se descubrió que sus propiedades espectrales correspondían con las de un objeto recubierto con pintura de óxido de titanio, la misma que se utilizaba en las etapas superiores de los cohetes de las misiones Apollo. Puede encontrar más información sobre este evento en:
http://www.el-mundo.es/elmundo/2002/09/13/ciencia/1031919492.html,
http://spaceguard.esa.int/tumblingstone/issues/num17/esp/apollo.htm y
http://neo.jpl.nasa.gov/news/news135.html.
Por otra parte, los lugares de alunizaje de las misiones Apollo están perfectamente documentados, y allí permanecen la parte inferior de los módulos lunares, los vehículos lunares y los diversos experimentos e instrumentos utilizados por los doce primeros astronautas que exploraron la Luna. Varias etapas S-IVB de los cohetes y la parte superior de los módulos lunares fueron deliberadamente dirigidas hacia la Luna tras su uso; sus puntos de impacto sobre la superficie lunar también son conocidos. Recientemente, la sonda de la NASA Lunar Reconnaissance Orbiter fotografió los módulos de las misiones Apollo en la superficie de la Luna.
La Unión Soviética, China, Alemania Oriental (adversarios de Estados Unidos por aquel entonces), Alemania Occidental, Reino Unido y otros países siguieron mediante sus radiotelescopios el desarrollo de las misiones Apollo, y en ningún momento denunciaron anomalía alguna. Aunque indirecto, es sin duda un indicio bastante convincente de que no se produjo ninguna conspiración en los viajes a nuestro satélite, dada la enorme rivalidad existente en la época de la guerra fría, y el deseo de los soviéticos de llegar a la Luna antes que los norteamericanos.
Muchos radioaficionados pudieron seguir en directo las conversaciones entre los astronautas y el control de la misión, mediante su propio aparato. Para ello, debían apuntar su antena (que debía tener, al menos, tres metros de diámetro) de forma exacta al lugar del cielo en el que se encontraba la nave espacial, que emitía en una frecuencia cercana a los 2270 Mhz (banda S de UHF). Como ejemplo, se puede leer el relato del radioaficionado Sven Grahn sobre su seguimiento del Apollo 17 mediante este método, en 1972.
En los vídeos de los paseos lunares de las misiones Apollo, el polvo lunar, los astronautas y sus instrumentos se comportan tal y como lo deberían hacer en ausencia de aire y con baja gravedad (la gravedad lunar es aproximadamente un sexto de la terrestre). Si se hace el vacío en un gran escenario en la Tierra, el polvo caería mucho más rápidamente que en los vídeos lunares, más o menos a la misma velocidad que una roca cayendo en la Tierra.
El astronauta Dave Scott, durante el tercer paseo lunar de la misión Apollo 15, pudo comprobar in situ la teoría de Galileo, al dejar caer al mismo tiempo una pluma y un martillo de geólogo (puede descargar una versión de baja resolución, 0'8 MB, del vídeo del experimento de Scott, o bien una versión de mayor resolución, 6'4 MB). Ambos objetos golpean contra el suelo lunar al mismo tiempo y con la velocidad correspondiente a la baja gravedad lunar. La única razón por la que, en la Tierra, una pluma se retrasaría con respecto al martillo es la resistencia del aire.
También es notorio el comportamiento del polvo lunar, impulsado por las ruedas del vehículo Rover al desplazarse por la superficie; no sólo no se forma una polvareda (como ocurriría en un ambiente terrestre), sino que las partículas eyectadas siguen una trayectoria parabólica perfecta, lo que prueba que se encontraban en un ambiente sin aire y con baja gravedad. Hay muchos más ejemplos de este tipo, y, sin modernos efectos especiales, es literalmente imposible reproducir en la Tierra este comportamiento lunar.
Las actividades realizadas por los astronautas durante las exploraciones lunares están documentadas en la página del Apollo Lunar Surface Journal (ALSJ). En ella está disponible la colección entera de vídeos grabados en la superficie, que cubren por completo los paseos lunares, y los diálogos completos mantenidos entre los astronautas y la NASA durante los diferentes vuelos lunares. También es posible consultar en la página del ALSJ la extensa colección de fotografías realizadas por los astronautas de las once misiones tripuladas del programa Apollo durante sus vuelos (ver también Apollo Archive o Apollo Image Atlas (LPI)); la mayor parte de ellas fueron tomadas en la superficie de la Luna. Todas han sido analizadas por miles de científicos y geólogos de diferentes países, que garantizan su veracidad y su utilidad científica.
Esta página también incluye una completa descripción científica del entorno de cada lugar de alunizaje, incluyendo la reseña de los elementos geológicos (rocas, cráteres, montañas, etc.) hallados por los astronautas durante sus excursiones por la superficie. Además de lo anteriormente mencionado, la página del ALSJ dispone de mucha más información sobre los vuelos Apollo, completamente accesible de forma gratuita.
Durante las misiones Apollo, los astronautas realizaron decenas de experimentos, tanto en la nave como en la superficie lunar, que nos han permitido obtener una visión mucho más completa de la Luna y nuestro entorno espacial. Los ALSEP (las estaciones científicas colocadas por los astronautas en cada lugar de alunizaje, llamadas Apollo Lunar Surface Experiments Package, compuestas por sismómetros y otros aparatos) siguieron enviando datos por radio hasta 1977, cuando se decidió apagarlos debido a recortes en el presupuesto. La información y los datos obtenidos gracias a este proyecto fueron, y son, de gran utilidad para el avance de las ciencias planetarias, y están completamente disponibles para los científicos.
- Decenas de miles de personas contemplaron en directo los diferentes despegues y amerizajes de las misiones Apollo, así como la ignición del motor de la tercera etapa del Apollo 8 (S-IVB) en la inserción orbital hacia la Luna, realizada sobre el cielo de Hawai el 21 de diciembre de 1968.
- La mayoría de las miles de personas de la MSFN (Manned Space Flight Network, o Red de Vuelos Espaciales Tripulados), la organización encargada de recibir la telemetría de las naves Apollo por todo el mundo para el control de la misión en Houston, no eran norteamericanos ni formaban parte de la NASA, por lo que raramente formaron parte de alguna conspiración.
- Existen centenares de libros serios y rigurosos (en Internet hay decenas de libros gratuitos) que explican de forma exhaustiva, detallada e ilustrada la historia del programa Apollo y el desarrollo de los componentes utilizados en él, desde principios de los años 60, así como la historia de la carrera espacial. También hay excelentes páginas en la Red. Ver, por ejemplo, The Apollo Program (1963-1972), que contiene gran cantidad de enlaces.
- La experiencia obtenida por la NASA durante el desarrollo del cohete Saturn y los vuelos Apollo fue fundamental para el desarrollo de la estación espacial Skylab y del transbordador espacial norteamericano.