''Cuando los datos contradicen nuestras convicciones, solemos ignorarlos o manipularlos para adaptarlos a unas ideas preconcebidas. Así lo hacen los creacionistas, los antivacunas y los ‘conspiranoicos’ del 11-S''
Los creacionistas, por ejemplo, rechazan las pruebas de la evolución que aportan los fósiles y el ADN porque les preocupa que los poderes laicos estén comiéndole terreno a la fe religiosa. Los enemigos de las vacunas desconfían de las grandes farmacéuticas y piensan que el dinero corrompe la medicina. Eso les lleva a defender que las vacunas causan autismo, pese a que el único estudio que relacionaba esas dos cosas fue desmentido en su día y su autor fue acusado de fraude. Quienes defienden las teorías de la conspiración en torno a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos se fijan en minucias como el punto de fusión del acero de los edificios del World Trade Center que hizo que se derrumbaran, porque creen que el Gobierno mentía y llevó a cabo operaciones encubiertas con el fin de crear un nuevo orden mundial.